Los abuelos de Paola Tapia eran maestros, cruzaban el río a caballo para llegar a la escuela porque la movilidad en la comunidad rural de Mincha, en la región de Coquimbo, era compleja. Había que ingeniárselas si querías acceder a la salud o la educación. 

Esta historia marca -y valga la redundancia- la historia de la actual directora de Transporte Público Metropolitano (DTPM) y de la primera mujer en liderar el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones de Chile durante el gobierno de otra mujer, Michelle Bachelet. 

Tapia resalta cuando habla con Mobility Portal Latinoamérica: “El transporte me eligió a mí, no yo al transporte”. 

Abogada de profesión, el involucramiento con el sector tiene un fuerte arraigo en esa experiencia familiar. Porque aunque el transporte no es el ítem que más mide en las encuestas de Gobierno, es la puerta de acceso para cubrir las necesidades básicas que marcan la aprobación de una gestión. 

Con sobrados años en el ruedo, a Paola se le pueden contabilizar dos grandes hitos -si pretendemos resumir en este párrafo su trabajo-: el desarrollo de la electromovilidad (aunque fruto del trabajo conjunto) y la inclusión de la mirada de género en el transporte público. 

Casi de manera anecdótica, cuenta que en 2017 le pidió a un asesor que viajara a Europa para mirar “esa tecnología”.

¿Con qué respuesta se encontró? “Esto no tiene oportunidad, no tiene futuro, no hay que apostar por esto todavía”.

Fue más tozuda: “Haremos una de las primeras licitaciones en el mundo que exigirán buses eléctricos”. 

El resto es -valga la redundancia otra vez- «historia». 

Santiago tiene hoy la segunda flota de buses eléctricos más grande del mundo por fuera de China y a finales de 2023 se lanzó una nueva licitación para incorporar otras 1.200 unidades cero emisiones a la red metropolitana. 

“Nada de esto es casual. Fue la construcción de una política sólida que erigimos con la academia, con los ministerios y con el sector privado», entiende Tapia. 

Y subraya: «Dictamos las normas técnicas de seguridad, trajimos los primeros buses para probar el uso y derribar mitos de que iban a quedar a mitad de camino, que no iban a tener autonomía, y eso además lo conjugamos con esta exigencia en las bases de licitación”. 

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¿Qué mira Paola Tapia cuando mira?

La figura de Tapia se asocia indiscutiblemente con la electromovilidad y la inclusión de la mujer en el transporte público. Y en esa dirección mira. Todo el tiempo. 

Es fanática de los autos, aprendió a manejar desde muy chica y la Fórmula 1 la entretiene. Pero también le hace un lugar a la Fórmula E porque “hay que poner el foco en aquellos deportes que se practican en torno a emisiones que no son contaminantes”. 

“Efectivamente me gusta la Fórmula 1, pero también me gusta que haya un compromiso por las cero emisiones no contaminantes y la cero emisión de ruido”, sostiene. 

Si viaja, observa cómo funciona el sistema de transporte público.

Si lee, le hace un lugar a la sociología porque le gusta analizar el fenómeno de las ciudades desde la perspectiva de los impactos sociales que causan las diversas revoluciones.

Y si mira una serie, elige una que tenga que ver con política y estrategia comunicacional. 

Tapia tiene sobrado ruedo en el área de transporte.

“Hace un tiempo que estoy leyendo ‘La mujer invisible’, que nos proporciona toda esta cantidad de datos de las diferencias que aún vivimos: desde los accesos a los sitios de consulta electrónica donde hay profesiones que te derivan a un hombre hasta cómo se estructuran los baños en un centro comercial”, explica Tapia. 

La gestión no descansa y eso se traduce en los hechos y en el encuentro con el otro. 

Toma como ejemplo -por citar uno- a la charla que tuvo con dos mujeres chilenas que hace 40 años viven en Suecia: “Me decían que este transporte es del primer mundo y que los chilenos no se dan cuenta». 

¿Qué hizo que Chile “la viera” primero?

Chile tiene una economía abierta y prácticamente todas las marcas de vehículos operan en el país. Las circunstancias económicas hacen que se transforme en una suerte de incubadora para proyectos de electromovilidad. 

A Tapia le tocó personalmente asumir ese desafío en 2017, cuando -después de haber pasado por diferentes áreas dentro de transporte- le tocó liderar la cartera. 

“No quiero pecar de potenciar demasiado esto que estamos haciendo en Chile, pero nos pasa mucho cuando vamos a otros países que nos dicen ‘qué vienen a mirar lo que estoy haciendo, si yo tengo que aprender de la experiencia chilena’”, revela la funcionaria. 

A mediados de abril visitó junto al actual ministro de Transporte y Telecomunicaciones, Juan Carlos Muñoz, el centro de operaciones de Carabanchel, en Madrid. Para Tapia, se da “un compartir experiencias, dificultades que hemos vivido en este proceso porque uno también tiene que reconocerlas y advertirlas”. 

Fue quien la «la vio» primero.

A raíz de un modelo robusto y subsidiado por el Estado, se logró aumentar la flota de buses eléctricos y contar además con los primeros 10 ejemplares de dos pisos, a los que la ciudadanía calificó con 6,9 puntos sobre una evaluación de 1 a 7. 

“Algo hemos estado haciendo bien para recibir esos números”, resalta Tapia. 

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El lugar de la mujer en el transporte eléctrico

El desarrollo de más mujeres en el transporte público las visibiliza en un rubro históricamente masculinizado. 

Aparte de su contribución a la electromovilidad, Tapia destaca el trabajo que se viene realizando como espacios de inclusión femenina:

“Tenemos en Chile el programa especial de mujeres conductoras que hemos desarrollado en conjunto con la industria de los operadores y la industria automotriz”. 

En estos dos años de gobierno, han aumentado un 62% el número de mujeres conductoras, lo que significa que en hoy en día contamos con 1.573 mujeres conductoras de un universo de 19.000 en total. 

Y resalta: “Seguiremos sumando porque en los nuevos contratos vamos a exigir un 12% de mujeres conductoras en los primeros años para llegar luego a un máximo desarrollo y una exigencia de un 15%”. 

Como profesional y funcionaria pública, siempre ha marcado su vida el poder dedicar el trabajo a servir en la mejor movilidad de las personas, con énfasis en mujeres, niñas, personas mayores y con discapacidad.

¿Pendientes? “Soy una apasionada del servicio público. Si el día tuviera más de 24 horas, yo seguro las viviría para entregarme a la labor ciudadana, la cual ejerzo con el mayor respeto. Pero también soy una persona convencida de que una siempre tiene que planificar el futuro, pero viviendo el presente”.