“Find new roads”, nunca más oportuno el lema de General Motors en la era pandémica que descolocó al mundo. Encontrar nuevos caminos, tomar riesgos, innovar, está en el ADN de la automotriz que pese a su escala planetaria, tuvo capacidad de reflejo para metabolizar el nuevo cuadro de situación.
Su pie en Argentina está en la planta de Alvear, cuna del Cruze y del Proyecto Tango apalancado con una fortísima inversión. La suerte del complejo industrial, no está escindida de la recuperación regional, escenario que aborda ON24 con Federico Ovejero, Vicepresidente de GM para Argentina, Paraguay y Uruguay.
Sin dudas el Covid 19 fue una crisis absolutamente diferente a todas. Si bien las automotrices están muy acostumbradas a tener que imaginar escenarios a largo plazo, esta vez les tocó algo inédito, el mercado para el cual habían planificado, ahora es otro.
¿Cómo enfrentaron la situación?
Efectivamente esto fue impensado. Es difícil prepararse para algo así. El año pasado entre marzo y abril el negocio fue cero. Primero pensamos en asegurar la salud de la gente implementando protocolos muy rigurosos en nuestras plantas de todo el mundo.
Una vez activados los protocolos comenzamos a trabajar, especialmente con nuestra red de concesionarios donde se intensificó el canal online durante la cuarentena estricta. Incluso se enviaban autos a domicilio para que los clientes pudieran probarlos. Tengamos en cuenta que en un momento solo pudieron estar abiertos los talleres mecánicos para reparar vehículos afectados a servicios esenciales. Hay que reconocer el enorme esfuerzo de nuestros concesionarios para lo antes posible volver a operar.
El otro punto teníamos que seguir pagando nuestras cuentas, mantener el flujo de pagos, para hacer frente a nuestras obligaciones con nuestros empleados, nuestros proveedores y para eso necesitábamos caja. para eso se postergaron inversiones que estaban en marcha luego pensando en el mediano plazo reactivamos aquellas inversiones que considerábamos que eran más criticas.
A nivel mundial las inversiones vinculadas de los vehículos eléctricos y a nivel regional, sobre todo en Argentina la reactivación del proyecto Tango reanudando la inversión.
¿Cómo ven la velocidad de recuperación?
Más rápido de lo esperado, en cuanto a demanda por un lado en Argentina y el resto de los mercados. En patentamientos del año pasado caímos a 350.00 unidades vendidas -de todo el sector-, la producción a nivel sector también cayó, llegamos a 270.000 con una capacidad instalada de más de un millón y medio de unidades para poder producir en el país.
¿A qué le atribuís esa recuperación en Argentina?
El desfasaje entre el dólar paralelo y el dólar oficial hizo que la gente encontrara una forma de ahorrar comprando un vehículo y eso dio una perspectiva mucho más alentadora.
¿Cuándo se podría normalizar la situación?
Es difícil decirlo. Las plantas no han podido producir lo necesario por el Covid o las demoras como antes dije de los semiconductores. Nosotros tuvimos que parar la planta en distintos momentos de esta mitad del año para terminar la inversión que podría estar finalizada en septiembre u octubre próximo. Sorprendió la rápida recuperación.
Bueno eso es muy alentador y sobre todo la recuperación de la economía brasileña
En Brasil la recuperación fue llamativa. El año pasado patentaron 2.0053.000 unidades, este año se esperan 2.300.000 a 2.600.000. Implica que Argentina está exportando más autos. Las exportaciones pasaron de 150.000 vehículos el año pasado a casi 300.000 este año, casi un 100% -estoy hablando de todo el sector- y nosotros acompañamos esa tendencia con el Cruze.
Te referiste recién a un gobierno que entiende la situación, pero por otro lado se ve una gestión especialmente combativa con las relaciones internacionales, especialmente con el actual gobierno de Brasil. Más allá incluso de esta gestión en particular, ningún gobierno logra consolidar el Mercosur. ¿Se dimensiona la importancia estratégica de Brasil para la industria local?
Antes de responderte te hago un comentario. El sector automotriz comenzó a trabajar en el 2019, cuando aún no se sabía quién iba a ser el próximo presidente, entre ADEFA y SMATA junto a el IAE -Universidad Austral- para evaluar el escenario de caras al 2030 en el mundo y cuál debería ser el rol de la Argentina en ese escenario. Incluso luego se fueron sumando otros actores como la Cámara de Autopartes, la UOM y la Cámara de Concesionarios y entre todos definimos el Plan 2030. Identificamos una serie de proyectos de ley para lograr ese objetivo -una ley que fomente inversiones, otra que fomente las energías alternativas, entre otras-. Ni bien fue electo Alberto Fernández se le presentó el Plan junto a su gabinete.
Siempre impulsamos que Brasil como socio estratégico, creo que esto se tuvo en cuenta más allá de las situaciones que exceden al sector automotriz. Tenemos un Embajador, Daniel Scioli, que entendió perfectamente las necesidades y trabaja activamente en abrir los mercados. El gobierno tiene clara la necesidad de exportar para generar divisas.
¿Cuán lejos está Argentina del mercado de los autos eléctricos, teniendo en cuenta, además de las limitaciones que estamos comentando, su geografía extensa, su falta de infraestructura que incluye al sector energético?
Claramente General Motors está apostando fuertemente a los eléctricos, directamente no fabricamos híbridos. El futuro es eléctrico-autónomo-conectado. Trabajamos fuertemente en el desarrollo de baterías de última generación.
Hicimos una gran inversión en una planta junto con LG, apuntando a baterías que deben contar con tres elementos fundamentales: rapidez de carga, duración y disminución del costo de esa batería. Porque el principal costo de un vehículo eléctrico es la batería, entonces se está trabajando en reducir en un 60% de su costo. También se está trabajando para que los próximos autos tengan una autonomía de unos 750 km con una carga.
Estas inversiones apuntan a los grandes mercados mundiales: Estados Unidos, China, Europa, el resto de los mercados, para poder adoptar estas tecnologías deben apuntar a tener un marco regulatorio. Más allá de fabricar un auto eléctrico en Argentina, hay que ver si hay mercado en la región, si es competitivo y claramente tenemos una asignatura pendiente a nivel regional en materia de carga impositiva.
Hicimos un estudio hace tres años con una consultora internacional para saber la competitividad de nuestros vehículos en Brasil, México y Argentina. Brasil es un 30% más caro que México para fabricar un coche, y Argentina es un 60% más caro que México para fabricar un coche.
¿A qué se debe tanta diferencia?
70% de esa diferencia se debe a cargas impositivas. Se necesitan incentivos, una estructura energética para abastecer los autos y un mercado. Estas tecnologías van a llegar pero para eso los países se tienen que ir preparando, generando incentivos, preparando infraestructura. Argentina hoy está más cerca de poder fabricar baterías por el acceso al litio.
¿Argentina puede ver claramente esa oportunidad?
Yo creo que los países tienen interés en captar esas tecnologías pero yo no sé si todavía tienen en claro lo que hay que hacer para lograrlo. Lo digo a nivel regional.
¿Qué pistas se le podrían dar a los gobiernos para que vengan este tipo de inversiones?
Países como los nuestros no son atractivos en cuanto a la demanda, no podemos compararnos con mercados como el brasilero o el chino, pero sí podríamos ser atractivos en cuanto a las legislaciones.