En la última década, el mundo ha sido testigo de una revolución silenciosa pero impactante en el sector del transporte: la transición de vehículos convencionales a vehículos eléctricos.

Este cambio no solo ha redefinido la manera en que nos desplazamos y cómo alimentamos nuestros medios de transporte, sino que también ha tenido un profundo impacto en la sostenibilidad ambiental, la innovación y la economía global.

La movilidad eléctrica ha desencadenado una ola de innovación tecnológica, en la que las compañías automotrices están constantemente invirtiendo en investigación y desarrollo, con el propósito de mejorar la eficiencia de las baterías y las materias primas para su construcción, aumentar la autonomía de los vehículos y reducir los costos de producción.

Esta competencia orientada hacia la excelencia tecnológica ha impulsado avances significativos en el campo de la movilidad, integrando la inteligencia artificial, la conectividad e impulsando la eficiencia energética.

Uno de los principales lineamientos globales establecidos en la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, es impulsar la movilidad sostenible como una política central en la descarbonización. Pero es fundamental reconocer que una parte clave de este objetivo es que la electricidad que alimenta a los vehículos provenga de fuentes de energía renovable.

En este contexto, estamos comenzando un nuevo capítulo, pasando del uso de combustibles fósiles a la electricidad como fuente de propulsión, al mismo tiempo que avanzamos hacia un nivel superior: explorar formas de hacer que nuestras cargas sean de cero emisiones o que tengan la menor huella ambiental posible.

Esto puede manifestarse en diversos escenarios, como la transición hacia una matriz energética más sostenible impulsada por gobiernos o la elección de los propios usuarios de generar su energía mediante paneles solares u otras fuentes de generación renovable.

Un ejemplo notable es el caso de Panamá, que se ha destacado por su adopción de fuentes de energía limpia. Desde InterEnergy, hemos liderado esta transformación en el país, contribuyendo con la construcción de activos de generación de energía renovable, incluyendo el parque eólico más grande de Centroamérica, Laudato Si, y el parque solar Ikakos, que aportan energía limpia a la matriz energética nacional.

Además, desde nuestra subsidiaria Evergo, hemos instalado más de 150 puntos de carga públicos en todo el territorio panameño, sentando las bases tanto para una transición energética sostenible como para el éxito de la movilidad eléctrica en el país.

Desde nuestra primera instalación en 2020, se ha reflejado un impresionante progreso en la movilidad eléctrica de Panamá: de solo 21 automóviles eléctricos vendidos en ese año, hemos superado con creces esta cifra en la actualidad.

Según estadísticas de la Secretaría Nacional de Energía, de enero a octubre de 2023, las ventas alcanzaron 317 vehículos, un aumento que supera quince veces las ventas anuales de 2020. Este extraordinario incremento demuestra el impacto positivo de una red de carga robusta y confiable, como Evergo, en la adopción de esta tecnología sostenible en la región.

Asimismo, la adopción de flotas eléctricas se ha convertido en una estrategia efectiva para abordar tanto la sostenibilidad como la eficiencia en las operaciones comerciales.

Siguiendo con el ejemplo de Evergo en la región de Latinoamérica y el Caribe, y la exitosa aceptación de soluciones como Evergo Fleet, pone de manifiesto cómo cada vez más empresas están incorporando la movilidad eléctrica en sus estrategias de sostenibilidad y en la reducción de su huella de carbono.

Sin lugar a dudas, la revolución del transporte hacia los vehículos eléctricos es mucho más que un simple cambio de combustible. Es una reinvención integral de cómo nos movemos, vivimos y operamos a nivel social y empresarial.

La infraestructura de carga y la adopción de energías limpias son los cimientos de esta revolución, mientras que la innovación y la experiencia del usuario son los impulsores que aceleran su adopción.