Noruega ha tenido un éxito increíble en la introducción de vehículos eléctricos. En 2021, casi dos tercios de todas las compras de vehículos nuevos fueron eléctricos, y las ventas de combustión terminarán dentro de tres años en 2025. Pero hay un nuevo problema para la nación escandinava: necesita que la gente deje de conducir tanto sus vehículos eléctricos y se suba a autobuses y trenes.
Los vehículos eléctricos, como las personas que no necesariamente tienen intereses puramente ambientales en su corazón, no niegan totalmente las desventajas de los vehículos. Un coche eléctrico sigue siendo un coche que ocupa espacio en las carreteras, tiene costes de fabricación y mantenimiento y requiere energía para moverse, que tiene que venir de algún lado.
En Noruega, la energía de la red es bastante limpia (el 92 por ciento proviene de la generación hidroeléctrica , el resto de una combinación de energías renovables eólicas y térmicas), pero cualquier automóvil aún genera emisiones, como las próximas partículas contaminantes de neumáticos .
Entonces, en una declaración a la administración de carreteras públicas de Noruega, el ministro de transporte noruego, Jon-Ivar Nygard, explicó: “Los autos eléctricos nos brindan un transporte más ecológico, pero también tienen una clara competencia intermodal con el transporte público en áreas urbanas. Debemos hacer más atractivo viajar en transporte público, en bicicleta y a pie”.
Si bien no entregó cifras oficiales, el secretario de Estado aseguró que en el último tiempo los vehículos cero emisiones se han convertido en «una clara competencia del transporte público en áreas urbanas».
En ese contexto, las autoridades de Noruega pretenden desarrollar una serie de proyectos que hagan más atractivo el uso de trenes, ferrys, autobuses o bicicletas a fin de reducir las pérdidas del transporte público.
De momento, indicaron, decenas de rutas en ferry serán gratuitas para todos los ciudadanos y visitantes a partir de julio. Otra forma de conseguir desincentivar el uso del coche eléctrico en la ciudad es rebajar los incentivos fiscales para la compra de estos ejemplares, así como también la eliminación de beneficios como rebajas en los peajes o en las tarifas de aparcamiento.
En términos de eficiencia, para las emisiones de CO2 y en general, siempre será mejor usar el transporte público que los automóviles individuales, sin importar cuán ecológicos sean.
El problema de Noruega es que dio incentivos tan grandes para comprar vehículos eléctricos, que ahora la gente elige conducir sus automóviles, alimentados con la electricidad barata de la red limpia del país, en lugar de subirse a un autobús o tren.