“Lo barato a veces sale caro”, comentaba Raul Pascual Ortiz, técnico comercial en Mavipas Representaciones Eléctricas S.L, en su posteo en Linkedin donde compartía el caso de un cargador quemado a causa de un fallo en su montaje.
El hecho ocurrió en un garaje familiar de la provincia de Valencia, donde se había colocado un punto de 7,4 kW de potencia.
La propietaria, tras sufrir el imprevisto y terminar con el artefacto completamente deteriorado contactó con su instalador de confianza no solo para repararlo sino también para saber el origen del problema
¿Qué había ocurrido? La principal incidencia tuvo que ver con la sección del cable de alimentación y el diferencial que no era uno clase A, como así también no se habían incorporado descargadores de sobretensiones.
“No se ha cumplido con ninguno de los requisito que se enmarcan en la guía técnica de aplicación de la ITC-BT 52, los cuales son necesarios para que se cuente con un punto de recarga seguro y no ocurran este tipo de situaciones”, explica Pascual Ortiz en diálogo con Portal Movilidad España.
Normalmente no suelen verse este tipo de casos, pero al parecer del experto si “no lo vemos es porque no se quiere publicar, ya que se están haciendo las cosas mal desde el principio”.
Este tipo de trabajos no deben tomarse a la ligera y el accidente que ha afectado a la vivienda valenciana es un claro ejemplo.
El sector a lo largo del posteo ha recalcado que la alimentación de los coches eléctricos no se asimila en ningún punto a la simpleza que requiere un proceso de colocación de un electrodoméstico.
Usualmente se deben tener en cuenta los consumos que se van a tener y en relación al mismo se debe desplegar un cableado de sesión mínimo.
Por ejemplo, al hablar de producto colocado allí, se requería para la potencia de 7,4 kW uno de 6 milímetros.
Pero no solo ello, debe considerarse que si hay una caída de tensión, esos 6 milímetros se convierten en 10 milímetros, “que es lo que se habría que haber instalado allí”.
En el marco del posteo en LinkedIn, Juan Castro Garcia, Gerente en Electricidad Castro Instalaciones, da a conocer una historia de este tipo.
“Un hombre me contaba que en un almacén había instalado un punto de recarga y se le calentaba el cable. Al consultarle, me explica que se usó un cable de 4 mm2 con un Iga de 40A. Ni sobretensiones, ni diferencial tipo A. Se aventura la gente sin saber y sin ser instaladores”, relata.
Asimismo, Neill. Pedro Assandri, Instalador Eléctrico e Electrónica, detalla un caso similar.
“Realice instalaciones en el Politécnico de Valencia, donde se supone que alquilan a empresas para i+d y cuando le dije a la empresa en la cual yo trabajaba lo que había que hacer antes de colocar un equipo se querían matar”, explica.
“Se la jugaron y pasó lo que pasó. Muchos equipos se quemaron y debí trabajar el doble”, cuenta en su comentario.
A los 61 años trabaja de vez en cuando, y con 15 años en España se dedica a llevar a su nieto a fútbol, cosa que prefiere realizar antes que ponerse a detallar todos los aspectos errados que ha visto a lo largo de su carrera.
“No es necesario hacer cualquier cosa para hacer pasta y retirarse. Habría que empezar por esta red a educar a los comerciales”, sostiene en este sentido.
Todo el hilo es un debate y un pedido constante a la profesionalidad de las instalaciones de cargadores para coches eléctricos.
El cual, es celebrado por Arturo Pérez de Lucía Gonzalez, director general de AEDIVE (Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico).
El mismo ha destacado que el debate “es un máster en toda regla al respecto”.
A la par de estas declaraciones Raul Pascual Ortiz, técnico comercial en Mavipas Representaciones Eléctricas S.L y autor del posteo, recalca que es momento de emitir certificaciones a quienes realicen este tipo de tareas.
“Los profesionales en esta área deberían estar certificados u homologados por alguna entidad que emita un curso para este tipo de tareas, de igual manera que funciona con instalaciones sanitarias o de energías renovables. Tiene que haber algo que diferencie a los que saben de los que no”, remarca al respecto Pascual Ortiz.
Y de la misma manera, lo solicita con los fabricantes de este tipo de artefactos.
Desde su parecer la Administración debe tener un mayor control de aquellos productos que llegan de países “de dudosa procedencia, que juran cumplir con todas las normas pero al final no lo hacen”.
Firmas extranjeras arriban al mercado local con precios competitivos, características que no llegan a respetar los estándares españoles o europeos y termina de dejar por fuera de la competencia a los actores nacionales.