Brasil | Buses
lunes 14 de junio de 2021
En Brasil también proponen cambiar modelo de negocios para buses eléctricos
Si bien la pandemia de coronavirus trae consigo una serie de desafíos para el sector del transporte, también puede significar un momento decisivo para replantear los modelos de negocios imperantes.
Compartí la nota

La pandemia de coronavirus ha significado un duro golpe para el transporte público en todo el mundo. Sin embargo, expertos aseguran que en los países en plena transición hacia flotas cero emisiones, como Brasil, este contexto puede significar un punto de quiebre clave para terminar de dar el salto hacia las nuevas tecnologías. 

Así como sucede con los vehículos eléctricos en Brasil, los cuales han tenido un crecimiento de ventas exponencial hasta el 2019 – 22.919 unidades contando a los híbridos – los buses eléctricos también están consolidándose en varias ciudades importantes.

Según el portal E-Bus Radar, una iniciativa que mapea las flotas de buses eléctricos de América, existen 247 unidades operando en Brasil, incluyendo en su mayoría trolebuses, y buses regulares. 

El Estado principal es San Pablo, que cuenta con 201 trolebuses y 16 unidades regulares. Luego la sigue Campinas con 14 regulares; Santos, con seis trolebuses y uno regular; Volta Redonda, con tres regulares; y Maringá, Bauru y Brasilia con dos.

No obstante, según el Primer Reporte Anual Brasileño de Movilidad Eléctrica, el momento de crisis sanitario actual obliga al sistema de movilidad público a un cambio de perspectiva, en especial, en el modelo de negocios actual de buses, cuya operación se encuentra ligada únicamente al transportista. 

Para los especialistas, este planteamiento no rinde beneficios y es necesario volver a repensarlo, dado que es el operador el que carga con todas responsabilidades y gastos. Hecho que, en momentos de problemas financieros, puede volver al negocio insostenible. 

Cabe recordar que hoy el transporte se ve afectado, por ejemplo, por la disminución de pasajeros por el riesgo de contagio del COVID-19, el cese de inversiones, la reestructuración de las operaciones y la fluctuación de los usuarios hacia los vehículos individuales.

En consecuencia, una opción que observan es la de dividir las obligaciones de operación entre distintos actores, ya sean públicos o privados, y sectores, como el energético. Así lo hace por ejemplo Chile, al cual no le ha ido nada mal y ha alcanzado la flota de buses eléctricos más grande de América Latina. 

Ampliar y flexibilizar el campo de juego también implica nuevas posibilidades de funciones y jugadores. De esta manera, la gama de servicios y productos que se pueden sumar al transporte público implicaría también nuevas fuentes de inversión, que ayudarían a desarrollar con mayor celeridad la electrificación del transporte. 

Además del cambio de estrategia, el estudio realizado por el reporte asegura que la concientización y la exigencia de los usuarios por un transporte menos contaminante es una realidad, dada la notoria disminución de contaminación en el aire que implicó la escasa circulación automotor en las calles. 

Por último, afirma que la pandemia también reforzó la percepción de importancia del transporte público y la necesidad de priorizarlo, así como también aumentaron las herramientas que facilitan un mejor servicio. 

Ante este panorama, según la investigación, este es el momento apropiado para debatir acerca de nuevos modelos de gestión y nuevos sistemas tarifarios que permitan un servicio de transporte público cero emisiones y beneficioso económicamente.

Fuente: Primer Reporte Anual Brasileño de Movilidad Eléctrica

Destacados.