Es sabido que la economía circular aporta grandes beneficios ambientales, sociales y económicos. En ese sentido es de suponer que la movilidad sostenible y sus recursos de generación, juegan un rol muy relevante en la contribución de cada uno de los tres ejes mencionados.

También es evidente que tanto el sector automotriz como el energético están atravesando por una profunda y rápida transformación hacia un nuevo paradigma de sostenibilidad al considerar aspectos medioambientales a través de sus iniciativas e inversiones en fuentes de energías renovables para la generación eléctrica y de alternativas limpias de fabricación y uso en el sector del transporte.

En ese sentido, y a medida que avanza la movilidad eléctrica, vemos un mayor compromiso por parte de los fabricantes en cuanto a apoyar ciclos de vida prolongados en el uso de recursos y materias primas, optimizando la logística a través de traslados eficientes, como así también innovando en el diseño, maximizando la reutilización y el reciclaje (especialmente de baterías), en sus procesos de producción y post-producción.

La reducción de costos operativos relacionados con el transporte, la generación de nuevas oportunidades de negocios, el aumento de los ingresos de los operadores de transporte público y de nuevos servicios de movilidad sostenible, la reducción en los gastos de las materias primas y mantenimiento, el factor de diferenciación y refuerzo de la imagen de marca que repercute en potenciales clientes e ingresos, como asi tambien la alternativa del retrofit, son algunos de los beneficios económicos a destacar.

Por otro lado, la eficiencia en la producción junto a la generación a través de una matriz energética renovable, crean el escenario ambiental ideal para lograr la reducción de las emisiones y eliminación del consumo generado a partir de combustibles fósiles reemplazándola paulatinamente por el uso de energías con menor  explotación de los recursos naturales. Además de ello los EVs no utilizan lubricantes ni filtros cuyos desechos son contaminantes.

En cuanto a los beneficios sociales, la reducción en los problemas de salud causados por la contaminación, disminución de la congestión y ruido generados por el transito, la oportunidad de autoabastecerse de energía, los cambios en un estilo de vida más saludable gracias al uso de bicicletas, mejoras en la siniestralidad vial y la creación de puestos de trabajo, entre otros.

Lograr el punto de equilibrio para conseguir la armonización entre la contribución tanto social como ambiental y que además dicho modelo sea económicamente rentable en el largo plazo es uno de los grandes desafíos que hoy en día muchas empresas del sector han asumido en términos de lograr un ¨green deal¨ que tenga impacto directo en sus clientes y por supuesto en toda la sociedad.

En conclusión, la transición hacia modelos comerciales circulares es esencial para el desarrollo de cualquier empresa pero más aún en aquellas en las que sus productos o servicios están directamente relacionados con el impacto ambiental.