Las emisiones globales de las firmas automovilísticas son, de media, un 50% más altas de lo que declaran.
Con la introducción de la declaración obligatoria de las emisiones de alcance 3 en 2023, los gestores de activos con exposición que emiten grandes cantidades de carbono se enfrentan a una «bomba de carbono».
Según un informe de Transport & Environment (T&E), el grupo Hyundai-Kia habría infravalorado sus emisiones en un 116%, seguido de BMW, con un 81%, y Toyota, en un 69%.
Por detrás, se situaron Mercedes-Benz (62%), la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi (61%) y Volkswagen (58%).
En 2023, la Unión Europea introducirá el requisito de que las instituciones financieras divulguen sus emisiones de alcance 3 (emisiones indirectas), afectando de lleno a los gestores de activos con exposición a las automotrices.
A diferencia de los fabricantes de muebles o teléfonos móviles, la mayoría (98%) de las emisiones de las empresas automovilísticas corresponden al ámbito 3, principalmente el uso de los coches.
Estas empresas basan sus emisiones totales declaradas en una serie de factores como el tamaño medio de los vehículos, el lugar donde se conducen y la vida útil de los vehículos.
T&E denuncia que los fabricantes de automóviles han utilizado datos selectivos para llegar a una cifra más baja.
El informe señala que desde el punto de vista de la inversión, son casi tan intensivas en carbono como la industria petrolera.
A los precios actuales, un millón de euros invertido en una media de los gigantes petroleros Exxon Mobil, BP y Shell financia unas 5.000 toneladas de CO2 equivalente (CO2e).
La misma cantidad financia más de 4.500 toneladas de CO2e en el sector del automóvil.
Para finales de año, Morningstar, empresa financiera con sede en Estados Unidos, calcula que alrededor del 50% de todos los nuevos productos financieros que se vendan estará basado en aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza (ASG).
Sin embargo, T&E critica que las calificaciones ESG no captan «el verdadero impacto climático» de las empresas.
Por ello, el grupo medioambiental pide a la Unión Europea que regule y armonice la metodología de las calificaciones ESG con el objetivo de garantizar una información coherente y transparente de los datos.
«Según los datos oficiales, un euro invertido en una empresa automovilística financia prácticamente la misma cantidad de carbono que un euro en una empresa petrolera», apunta el director de finanzas sostenibles de T&E, Luca Bonaccorsi.
A lo que agrega: «Esto debería ser una llamada de atención para la industria financiera. Los gestores de activos que quieran evitar una bomba de carbono tendrán que empezar a deshacerse de los fabricantes de automóviles que sigan vendiendo coches contaminantes».