A finales de diciembre, se puso en marcha el Ie-Tram en Mérida (Yucatán). Hay particularidades de este proyecto que bien podrían replicarse en otros puntos de Latinoamérica.

Así lo entiende Fernando Ramos, director de Nuevas Tecnologías de Latnovva, y lo dejó en claro cuando participó de la primera jornada del International Mobility Portal Summit.

Para Ramos, el modelo de negocios es un punto que “sí” y le baja el pulgar al modelo operativo porque “hay decisiones específicas que se toman dependiendo del lugar”.

El Ie-Tram es el primer servicio de transporte Bus Rapid Transit (BRT) 100% eléctrico de la región y une cinco rutas (129 kilómetros en total). Cada una cuenta, además, con un pantógrafo de carga ultrarrápida.

“Cuando empiezas a hacer cálculos, siempre y cuando el número de kilómetros sea elevado, ya es negocio”, afirma el ejecutivo.

Al fin y al cabo, el arquetipo son vehículos eléctricos rentables, que recorran una gran cantidad de kilómetros y que aporten un beneficio para el medioambiente.

“Estuve en Colombia y creo que puede funcionar haciendo buenos proyectos y buenos estudios para flotas vehiculares con carga rápida”, subraya Ramos. La ventaja del bus eléctrico es que trabaja 20 horas al día sin desgaste, y eso es independiente de la ciudad que adopte este tipo de transporte.

¿Qué no es aplicable del Ie-Tram de Mérida? El punto de conexión que uno tenga que hacer, el tipo de vehículo por las rutas estudiadas, la infraestructura de carga y la instalación.

La gestión del tráfico es clave también para garantizar el éxito del proyecto: “Merece la pena trabajar esta cuestión porque te dará el rendimiento final”. Para el caso de México, se utilizó un corredor exclusivo para no obstaculizar el tránsito de estos gigantes eléctricos.

Los vehículos ya tenían características bien definidas, había rutas comprometidas, y lo que se hizo fue ajustar esas rutas a la capacidad de la disponibilidad de energía que tenían en el punto de suministro.

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Cómo es el Ie-Tram y qué rutas cubre

Las 32 unidades de esta red de buses eléctricos forman parte del sistema «Va y Ven”, que conecta a Mérida con municipios como Umán y Kanasín, y tienen una autonomía de más de 400 kilómetros.

Su diseño es accesible como el de cualquier bus: cuatro puertas deslizantes, entrada baja para personas adultas mayores y con discapacidad, señalización de lugares reservados, pasillos adaptables e información sonora.

Son autobuses eléctricos de piso bajo, con capacidad para transportar hasta 80 pasajeros y con un sistema de almacenamiento de energía basado en baterías de NCM (Níquel-Manganeso-Cobalto) que pueden recargarse en pocos minutos usando sistemas de carga de alta potencia.

Los carriles exclusivos del Ie-Tram garantizan un traslado rápido y cooperan también los semáforos que son de uso común para este tipo de vehículos.

Se mueve por cinco rutas que conforman Paseo 60-La Plancha-Teya, Mejorada-La Plancha-Kanasín, La Plancha-Facultad de Ingeniería Uady, La Plancha-Umán y La Plancha-Umán-Poxilá.

Colaboraron en este proyecto la Agencia de Transporte de Yucatán (ATY), el Gobierno del Estado de Yucatán y la empresa ABB como proveedor de infraestructura de recarga.

Así se recarga el Ie-Tram

La infraestructura de recarga ABB incluye 16 cargadores modelo Terra 124 de 120 KW, que permiten carga simultánea de dos vehículos, y 8 cargadores modelo HVC tipo pantógrafo de 300 KW.

Estos últimos forman parte del sistema de recarga de oportunidad, con tiempos típicos de 15 minutos en puntos estratégicos de las cinco rutas de transporte urbano. Se asegura así la operación continua de los autobuses eléctricos, ya que permite que las unidades recorran más kilómetros con mucho menos tiempo de carga.

El Ie-Tram transformó la movilidad en el territorio al conectar tres municipios, más de 137 colonias, 80 trayectos existentes y 20 puntos turísticos.

Estos buses reducen la contaminación por ruido, y el dióxido de carbono que absorben equivale a más de 170.000 árboles plantados a lo largo de 10 años.

Para Ramos el desarrollo del Ie-Tram fue todo un desafío: “Hubo que optimizar el presupuesto lo más posible, trabajar a contrarreloj y montar toda la infraestructura que no estaba cuando llegaron los buses”.

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