El consejero delegado de Renault, Luca de Meo, considera que Europa ha comenzado con retraso sobre Estados Unidos y China la batalla de la digitalización, pero se muestra confiado en ganar la del vehículo eléctrico, la segunda gran revolución que afronta la sociedad.
En esa batalla, De Meo reivindicó la apuesta de la empresa por producir vehículos eléctricos en Francia, donde Renault ha creado una plataforma para producir un vehículo compacto eléctrico.
«Es un desafío económico e industrial enorme. Podíamos haberlo hecho un país con costes menos elevados. Pero el alma de una empresa está en sus raíces», aseguró Luca de Meo en relación con la apuesta de Renault por producir los vehículos del futuro en sus plantas de Francia.
España, la segunda base industrial de Renault, se ha especializado, de momento, en la producción de modelos híbridos, aunque en panorama puede cambiar en los próximos años debido a la prohibición de vender coches de combustión a partir de 2035 que se encuentra en su fase final de aprobación en la UE.
En una entrevista publicada por el semanario «Le Journal du Dimanche», De Meo confirmó su intención de que en 2030 el conjunto de la gama de la marca del rombo sea eléctrica y aseguró que prepara al grupo para ello. «Mi papel es proyectar Renault en el futuro y en Europa el futuro es eléctrico«, señaló.
Salvación de la automoción europea
El máximo ejecutivo de la marca consideró que la apuesta puede ser la salvación de la industria automovilística en Europa.
«Dos revoluciones se están llevando a cabo: la transición ecológica y la digitalización. Sobre la digitalización Europa ha estado más lenta que los estadounidenses y los chinos. Sobre la transición ecológica, tenemos al tiempo una sensibilidad cultural y ventajas tecnológicas», aseguró.
Luca de Meo puso como ejemplo de la movilidad eléctrica en la que trabaja Renault el éxito del Mégane eléctrico, del que han vendido 25.000 unidades en tres meses.
Reconoció que existe un problema con el precio porque «el 40 % proviene de la batería» y «de ese porcentaje, el 80 % depende de las materias primas», cuyo coste no controlan casi en su totalidad.
Tras la época de Carlos Ghosn, en la que el grupo buscaba incrementar las ventas a toda costa, De Meo apostó por un «cambio de filosofía» que pasa por «dar prioridad al valor sobre el volumen».
Aunque señaló que Renault «seguirá siendo una marca popular» y expresó sus dudas sobre la posibilidad de hacer vehículos de alta gama, aseguró que los coches de su marca «tienen más valor» por lo que «el cliente tendrá que pagarlos a su precio correspondiente».
Nuevos modelos de Renault
De Meo se mostró optimista sobre el futuro de su empresa, que empieza un ciclo de renovación de modelos, con 25 programados hasta 2026, de los cuales once serán eléctricos, como el nuevo R5 o el 4L, dos clásicos que tendrán su nueva versión no convencional. Reconoció que «serán más caros en la compra, porque cuesta más producirlos, pero no en su uso».
El ex ejecutivo de Fiat, Audi o Seat indicó que las cuentas de Renault en el último ejercicio han permitido sacar a la empresa «de las urgencias» y que tienen dos años de ventaja en el plan estratégico lanzado en enero de 2021, en un contexto difícil, con la inflación disparada, la crisis de semiconductores que les han hecho perder unas 300.000 ventas o la salida de Rusia que hizo caer sus acciones un 35 %.
El grupo Renault recibió un fuerte imapcto en sus resultados del primer semestre de 2022 por la marcha de Rusia precipitada por la guerra de Ucrania. Registró unas pérdidas netas de 1.666 millones en comparación con las ganancias de 368 millones en el mismo período del año anterior.
Pese a las pérdidas, Renault prevé una digestión rápida de la pérdida de Rusia, su segundo mercado más importante solo por detrás de Francia, y espera mejorar sus resultados al finalizar el año 2022, según informó Coche Global.