La Argentina tiene una industria automotriz establecida pero en la que todavía no figuran los motores eléctricos. En el último discurso de apertura de sesiones del Congreso, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, anunció el envío de un proyecto de ley para impulsar desarrollos de electromovilidad.
La Argentina posee los recursos naturales para la fabricación de baterías, los conocimientos técnicos para la fabricación de motores y una industria automotriz que permitiría completar la cadena, con lo que propiciar la fabricación de estos vehículos antes que otros mercados abriría oportunidades comerciales.
Como insumo para la creación del proyecto de ley, el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación encargó al Consejo para el Cambio Estructural –un organismo creado para el análisis de políticas de largo plazo– la elaboración de un informe sobre cómo puede realizarse una transición hacia la electromovilidad y las perspectivas para la industria argentina.
Los desarrollos tecnológicos y la producción a gran escala hicieron caer el precio de los vehículos eléctricos hasta el punto que se cree que en menos de cinco años ya serán más baratos para la compra que los que tengan motores de combustión interna.
Además, tienen un mantenimiento muchas veces más económico y la carga de sus baterías también es más económica que cargar combustible. En caso de tener el espacio y la posibilidad de cargarlo de manera domiciliaria, la posibilidad se vuelve mucho más conveniente.
Actualmente, la Argentina tiene una cuota para una cantidad de vehículos eléctricos o híbridos que se pueden importar sin pagar arancel. En cuando los precios de estos vehículos sean más económicos que su pares con motores de combustión interna es probable que la inserción en el mercado sea muy alta.
Federico Dulcich, es uno de los autores del informe sobre Electromovilidad, doctor en Economía, e investigador del CONICET en la UTN Regional Pachecho, le comentó a TSS: “Nuestra misión en este trabajo es no solo mostrar los beneficios que tienen estos vehículos en su uso, en contaminar menos las ciudades y emitir menos gases de efecto invernadero para que la Argentina cumpla con los compromisos internacionales como el Acuerdo de París, sino también aprovecharlo para catapultar la producción en la Argentina y para reposicionarla en las cadenas automotrices, principalmente en la cadena regional, en su posición relativa con Brasil, en la que Argentina muestra un déficit muy importante en el segmento autopartista”.
En lo últimos años, la industria automotriz argentina se ha especializado en la manufactura de pick ups, mientras que casi no hay modelos de autos chicos que se hagan el país y la mayoría son importados desde Brasil. Además, desde los años 90, la Argentina no produce motores de combustión interna, sino solamente cajas de cambios, y esto hace que la balanza comercial del sector sea deficitaria.
En este contexto, el cambio hacia la motorización eléctrica se presenta como una oportunidad, un barajar y dar de nuevo. Dulcich declaró: “El tema de la balanza comercial habrá que verlo segmento por segmento. Es parte de la discusión que tuvimos porque en algún punto uno piensa que este mundo es muy heterogéneo y no es lo mismo autos que pick ups y buses. Son mercados distintos, capacidades distintas, están cruzados de forma distinta por la regulación. Lo que nosotros vimos, y sobre todo en autos y pick ups, es que la Argentina tiene por un lado cosas beneficiosas para aprovechar y generar oportunidades».
Y agregó: «Ya hay una industria automotriz que tiene 70 años en el país, produce en gran escala, tiene las principales automotrices a nivel global. A su vez tiene muy poca integración nacional, mucha importación de autopartes y es más competitiva en el segmento de pick ups que en el de autos. En los autos es muy sensible a la demanda del Mercosur pero por fuera casi no se exportan autos. Las pick ups dependen de Mercosur pero se exportan más a otros destinos”.
En la Argentina hay muchas automotrices que tienen su casa matriz en Europa y Estados Unidos, pero la región con más inserción de automoviles eléctricos es China y en nuestra región todavía no hay ninguna automotriz de este origen, por lo que también se da la oportunidad de que alguna de ellas se instale en nuestro suelo.
En cuanto a la competencia regional, Dulcich consideró que “Brasil históricamente hizo una apuesta muy fuerte por el etanol. Para ellos, la tecnología no convencional, alternativa, son los motores flex con combustión a nafta y etanol en distintas proporciones. Brasil nunca tuvo petróleo convencional como tiene la Argentina, entonces apostaron a usar la caña de azúcar, que tiene la capacidad de producir etanol, para usarlo como combustible. Los investigadores de Brasil que ven este tema dicen que eso les puede hacer quedarse atados a esa tecnología y no poder engancharse a la transición que está haciendo toda la industria a la movilidad eléctrica. Eso es una oportunidad para que la Argentina se posicione como el polo de la electromovilidad”.
En lo que hace a las capacidades para producir vehículos eléctricos cabe destacar que son técnicamente más simples que los motores de combustión interna. Tienen menos piezas, más simples y no requieren de grandes funciones.
“En la Argentina hay una formación importante del power train eléctrico, que se basa más en conocimientos de ingeniería eléctrica, electromecánica y química, mientras que el tren de potencia convencional es más mecánico”, detacó Dulcich.
Y agregó: “En la Argentina hay mejor formación de recursos humanos, hay más ingenieros en electricidad, electrónica y química, que en ingeniería mecánica. Son distintas cosas que uno puede ir remarcando como oportunidades que tiene el país”.
La electromovilidad también incluye muchos medios de transporte diferentes. La variedad de potencias y baterías hace que puedan ser adaptables a vehículos para diferentes necesidades. En 2020 hubo tres compañías de alquiler de monopatines eléctricos que se instalaron en la Ciudad de Buenos Aires, y que luego se retiraron por falta de rentabilidad.
Sobre el tema, Dulcich dijo que “estos productos están creando nuevos mercados. La industria automotriz y los vehículos existen y tienen regulaciones y habrá que ajustarlas. No existían monopatines motorizados y es todo un esfuerzo, no de ajustar una normativa, sino de crearla para todos estos segmentos”.
Existe también un debate sobre si un mero cambio en la normativa será capaz de hacer que las filiales de las automotrices europeas vean la oportunidad de producir automóviles en nuestro país, especialmente luego de que los aranceles de importación sean reducidos.
Dulcich opinó que hay una discusión sobre cuánto se puede influenciar en las estrategias de las filiales. Cuán rígidas son las estrategias de las filiales o cuán determinadas están por las casas matrices y cómo es esa lógica.
«Tengo una visión intermedia. Este no es un sector pyme adonde se arma un marco de incentivos y después hay competencia y pueden ir surgiendo jugadores. Es un sector global oligopólico, cada vez más concentrado. Pero es mentira que son insensibles a la política productiva y comercial».
Además indicó: «Bien o mal, antes del Mercosur la Argentina no exportaba autos y gracias a eso empezó a exportar autos a Brasil y a tener una cadena productiva mucho más integrada. Ahora, gracias a eso, se empezó a especializar en pick ups, que exporta a algunos mercados regionales. Si en el año 2040 la Argentina ya no vende más vehículos de combustión interna estará perfecto por el lado de salud pública, pero eso nos puede convertir en un importador nato».
«Entonces, hay que armar el esquema que involucre a la pata de producción e integración nacional. Esta es una oportunidad para reposicionar a la Argentina en un segmento industrial que es importante y que uno trata de empujar porque toca muchas cosas, toca el tema ambiental y de salud, por la contaminación urbana, y toca el tema de desarrollo productivo”, concluyó.