«Cosas, veredes, amigo Sancho». Esta frase, atribuida a Don Quijote, que no aparece como tal en tan insigne libro sino en el Cantar del Mio Cid, podríamos decirlo de nuestro protagonista: el Citroën Saxo Electrique. Corría el año 1997 cuando apareció esta rara avis para esos años, que se basó en el popular Saxo.
El programa de investigación implicó a Citroën y a Peugeot, pero ese proyecto ya venía fraguándose años atrás. En concreto, en 1994 se había ensayado con un proyecto similar, el del Citroën AX Electrique. Pero quedó en esbozo. Tres años después, la marca gala se embarcó en este plan y desarrolló un coche eléctrico sobre la base del popular Saxo.
Dos años de vida contemplaban al modelo en el que se cimentó este eléctrico cuando los ingenieros se pusieron manos a la obra con la carrocería del diseñador francés Heuliez. La primera impresión no aclaraba posibles novedades respecto al modelo de combustión interna.
Tenías que fijarte mucho para observar una nueva trampilla que ocultaba el punto de recarga en la aleta delantera del lado derecho. Ahí ya empezabas a ver al Saxo Electrique. Si te detenías en los detalles, verías también insignias en las puertas delanteras y cómo los diseñadores prescinden del tubo de escape.
El interior de este Citroën experimental era igual que la versión estándar, pero se reemplazó el cuentarrevoluciones por un medidor del nivel de carga de la batería, que estaba regulado por colores. Cuando la aguja llegaba a la zona naranja (10%-20%), era recomendable recargarla. Si entraba en la zona roja (0%-10%), la batería estaba prácticamente agotada.
Otro dato a tener en cuenta es que se eliminó la palanca de cambios y el pedal de embrague, mientras que, para accionar la marcha atrás, era necesario presionar un botón ubicado en el salpicadero.
La vertiente mecánica también era transgresora para la época. Los especialistas incorporaron un motor eléctrico de corriente continua montado transversalmente bajo el capó y una transmisión que incorporaba el diferencial.
El motor, refrigerado por aire y fabricado por Leroy-Somer, sólo pesaba 72 kilos y tenía una potencia de 11 kW (15 CV) con picos de hasta 20 kW (27 CV). El par máximo era de 12,7 Nm y el motor podía girar con seguridad hasta las 8.000 rpm. Este vehículo eléctrico podía alcanzar velocidades máximas de hasta 91 km/h.
La energía llegaba desde una batería refrigerada por agua de níquel-cadmio. Estaba diseñada por SAFT y se dividía en 20 monobloques, los cuales se distribuían entre el compartimento del motor y debajo del piso trasero.
El Citroën Saxo Electrique de 1997 tenía un peso extra de 274 kg debido al conjunto de las baterías (13,7 kg de peso por monobloque). La autonomía eléctrica se determinó en 80 kilómetros entre carga y carga, la cual se realizaba en 8 horas desde una toma de corriente doméstica o en 30 minutos desde un terminal especial, según informó Top Gear.