La ciudad ecuatoriana lanzó una nueva licitación que promete la incorporación de al menos 50 buses eléctricos. No obstante, la pregunta que ha despertado este concurso es: ¿hay un plan de financiamiento seguro que respalde una compra de tal magnitud o se repetirá lo acontecido en Quito?

Cabe recordar que, el año pasado, en la capital se inició un concurso que fue tildado como “inviable” por gran parte de las operadoras, quiénes acusaron falta de apoyo económico y escaso tiempo planteado para adquirir las unidades eléctricas. 

El modelo de pago por aquel entonces fue muy similar al exigido hoy en Guayaquil, donde no existe un respaldo mayor que un fideicomiso y el operador debe ir en la búsqueda total del sustento económico. 

El pliego del concurso afirma que el precio de la oferta deberá cubrir todas las actividades y costos necesarios para que el oferente brinde los servicios de la contratación.

A su vez, deberá incluir en su oferta la totalidad de los valores a invertir, considerando que los números presentados son de su exclusiva responsabilidad. 

Los montos correspondientes al pago del servicio provendrán de los pasajes utilizados por los usuarios, menos los gastos concernientes a la operación del medio de acceso y el Integrador Tecnológico y Operador del Recaudo (ITOR), al transporte de valores y a la administración del fideicomiso.

Esto permitiría que, si el operador no es capaz de afrontar los gastos, únicamente durante casos excepcionales, el fondo funcionaría como un garante que permitiría solventar parte del gasto. A esto se le suma, el aumento de los precios de las tarifas para los usuarios.

¿La historia se repite?

¿Qué sucedió en Quito? Parte de los transportistas desistieron de participar, por lo que no hubo suficientes para cubrir todas las rutas disponibles. No obstante, el concurso se llevó adelante requiriendo una segunda etapa para licitar lo pendiente que aún no se ha ejecutado.

“Durante más de un año, los transportistas han tenido una reducción del 60% de sus usuarios, lo que se traduce en una disminución de sus ingresos. Las condiciones no son las mejores para invertir en un corredor eléctrico”, afirma Javier Hernández, consultor de una de las empresas que participa de la licitación. 

Y agrega: “La participación va a estar guiada por dos puntos: cuánto riesgo quiere correr el empresario y cuánto soporte está dispuesto a dar la alcaldía a la transición energética”. 

En ese sentido, para Hernández será clave que tanto el fondo de reservas como el aumento del precio en las tarifas sean una realidad, para que esta sea una propuesta exitosa. 

Uno de los incentivos que se otorga en Guayaquil es el incremento de cinco centavos más a las tarifas de buses eléctricos, en comparación a aquellos de combustión interna. Ahora, lo que resta analizar es si este número es suficiente para los nuevos flujos de transporte. 

Por el momento, solo una empresa tiene experiencia trabajando con buses eléctricos en Ecuador y esa es Saucinc, la cual cuenta con 20 unidades desde marzo de 2019. Quedará ver si habrá más oferentes que se animen a dar el salto hacia la electromovilidad.