Investigaciones a nivel internacional indican que la planificación de redes eléctricas son la clave para la expansión de los vehículos eléctricos. El debate que aún permanece sin resolverse apunta a quién debe financiar las inversiones para la optimización de la infraestructura. Y aquí surgen cuatro actores principales: el Estado, los usuarios, empresas privadas u organismos internacionales.
Esto surge del incremento en la demanda de potencia que genera la mayor circulación de vehículos eléctricos. Para analizar este aspecto, Darío Slaifstein, ingeniero eléctrico y miembro de proyecto Vectores Movilidad Eléctrica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, participó del ciclo de seminarios de la Asociación de Grandes Usuarios de Energía Eléctrica de la República Argentina (AGUEERA).
En cuanto al financiamiento, Slaifstein sostiene que es la eterna pregunta y que en esta situación aplica como en cualquier sistema del servicio público: «Los costos van a tener que ser divididos entre los usuarios, por tarifa, impuestos o emisión».
Y sostiene que «esos tres mecanismos en algún momento van a tener que implementarse porque si no el sistema no funcionará. No se brindará el servicio si no hay dinero».
“Que las tarifas estén congeladas no significa que esa diferencia de costos nadie la esté pagando. Aunque como usuario no vea el aumento, muy probablemente el Estado, en la gran mayoría de los casos, o algún otro ente esté financiando la diferencia operativa que la empresa necesita para funcionar”, ejemplifica.
Además, agrega que el sector energético es muy sensible a las alteraciones en las cadenas de pago y en el contexto actual se evidencia.
Por otro lado, el ingeniero expresa que todos los actores involucrados deben aclarar cuál es el lugar que quieren ocupar teniendo en cuenta todas estas limitaciones. “No podemos pensar en ser una gigafactory de Tesla en cinco años cuando hace 30 que estamos con el mismo problema”, puntualiza.
Destaca que una ventaja del mercado argentino es que le abrirá las puertas a una movilidad eléctrica diversificada, en la cual no será solo el vehículo eléctrico particular o el transporte público y que esa oportunidad debe aprovecharse al máximo.
El punto está en plantear situaciones y objetivos realistas. “Hay que encontrar cómo usar las oportunidades en tecnologías intermedias. Ya se están viendo en la ciudad de Buenos Aires monopatines, scooters, carpooling, pequeños vehículos de carga, etc.”, señala.
¿Cómo seguir? “Si o si hay que generar masa crítica, profesionales e instalaciones. Conseguir financiamiento y dónde ser competitivos para generar mejores soluciones para la población”, opina. Asimismo, refiere a los casos de éxitos similares de como INVAP y ARSAT.