En agosto de 2020 se dio a conocer que la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) junto con AVIEM, empresa dedicada a la fabricación de aeronaves y cuyo presidente es Ernesto Acerbo, construirían el primer avión eléctrico de la Argentina, el cual estaría listo para diciembre de 2022.
Si bien el proyecto se encuentra avanzado y lo está llevando adelante en una planta de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, el prototipo no estará listo hasta julio de 2023.
La principal razón se debe a que hay determinados componentes que no ingresan al país por la guerra ruso-ucraniana.
“El fuselaje ya está casi terminado. Ahora estamos trabajando sobre la electrónica de control y las baterías. Pero tenemos grandes problemas para traer algunos materiales que compramos al exterior debido al conflicto en Ucrania. Está todo frenado”, declara Guillermo Garaventta, investigador de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) y miembro del Centro Tecnológico Aeroespacial de la Facultad de Ingeniería de la UNLP.
Vale mencionar que la mayoría de los componentes solicitados al extranjero se encuentran pagos desde marzo.
Si bien estaba previsto que arribaran a la Argentina antes de octubre de este año, se espera que lleguen en febrero de 2023.
En este sentido, las posibilidades de que el avión esté listo y operativo para diciembre de 2022, como estaba planeado, son nulas.
“No solo nuestra economía nos pone límites, sino también el mundo. Con la guerra, las importaciones están colapsadas y no llegan materiales estratégicos como los motores, que son los mismos que se utilizan para los drones en el conflicto bélico. Seguramente hasta julio del año que viene no lo veremos funcionar”, lamenta Garaventta en diálogo con Portal Movilidad.
Cabe resaltar que no hay una fecha definida para que la aeronave comience a funcionar, pues los encargados del proyecto temen que vuelvan a posponerse los plazos de entrega de los componentes.
La importancia del prototipo
Este avión consiste en un modelo tecnológico que cumple el rol de un prototipo de validación.
“Al diseñar una aeronave eléctrica, se realizan cuentas aproximadas. Pero el papel es muy frío, todo lo que se plantea allí funciona. Sin embargo, cuando se implementa, nadie te dice cómo hacerlo. Por eso hay que practicar”, explica Garaventta.
En este sentido, el prototipo permite determinar aspectos como de qué manera integrar el motor al fuselaje y dónde deben ir colocadas las baterías, las cuales pesan cerca de 280 kilos, permitiendo a la unidad volar por 50 minutos.
“Las pruebas son importantes para obtener datos y planificar mejoras, perfeccionar los conocimientos. Por ejemplo, en un futuro las baterías pesarán 100 kilos o menos. La tecnología del litio está avanzando de manera tal que las pilas cada vez serán más livianas y pequeñas. Entonces podrá volar por más tiempo”, sostiene.
Hay capacidad, pero no financiamiento
La razón por la cual Argentina no cuenta con grandes proyectos y desarrollos tecnológicos, a diferencia del resto de los países del mundo, no se debe a la falta de capacidad de razonamiento y conocimientos, sino de financiamiento.
“Si conseguiríamos los fondos necesarios podríamos hasta volar el avión sin piloto. Es posible, no tenemos nada que envidiarle al mundo. La única diferencia es que los países latinoamericanos no contamos con financiamiento. En definitiva, aunque haya mentes brillantes no habrá desarrollo”, lamenta el investigador.
Y añade: “No tenemos más tiempo para dar vueltas con la innovación tecnológica en Argentina. Hay que avanzar en desarrollo tecnológico y la ciencia tiene que estar al servicio del país”.