No cabe duda que la pandemia del coronavirus ha significado para Chile y el mundo una terrible crisis sanitaria, económica y humanitaria. Mirada con perspectiva, no obstante, este tremendo shock representa para la humanidad también una oportunidad para replantear las bases de su desarrollo. El consenso es que, superada la emergencia, todos los esfuerzos deberán concentrarse en una potente reactivación económica, y es ahí donde se juegan cartas clave pensando en las generaciones futuras.
En este periodo hemos visto una reducción dramática de las emisiones contaminantes a nivel mundial. En nuestro país, mayo registró el nivel más bajo de contaminación en la RM en 30 años, y junio terminó sin ninguna preemergencia ambiental, además de los mejores índices de calidad del aire desde que se tiene registro.
Buena parte de esta disminución de emisiones es atribuible al descenso de la movilidad. Solo en la RM, durante mayo de este año hubo un 63% de flujo vehicular menos que en igual mes en 2019, y el flujo de pasajeros del transporte público cayó en 71,8% en promedio.
Si bien es probable que muchos de nuestros nuevos hábitos se mantengan, como la intensa digitalización del consumo o la masificación del teletrabajo, retomar nuestra normalidad, lejos de dejar de movernos, significa empezar a movernos de otra manera. En este contexto, la movilidad eléctrica es parte de la solución.
Según cifras de la Asociación Nacional Automotriz de Chile (Anac), solo entre 2018 y 2019 el número de vehículos eléctricos en Chile se incrementó un 68%.
Durante 2019, Copec Voltex, acompañando este proceso de transición, consolidó la red de carga rápida más extensa de Sudamérica, que cubre más de 1400 kilómetros del territorio nacional entre la región de Coquimbo y la Araucanía.
Sin embargo, uno de los obstáculos para la masificación de la electromovilidad sigue siendo la falta de puntos de carga.
Acelerar la transición energética y combatir el cambio climático es un esfuerzo que debemos abordar entre los distintos actores, desde el sector público y privado, y mediante una mirada integral, porque el desafío profundo implica repensar nuestras ciudades para adaptarlas a la movilidad del futuro.
Como parte de la firma del nuevo acuerdo público privado por la electromovilidad, Copec Voltex se comprometió a profundizar su rol en la movilidad eléctrica en el segmento domiciliario. Es por ello que este año estamos llevando a cabo una serie de proyectos que incorporan puntos de carga para vehículos eléctricos tanto en casas como en edificios residenciales y comerciales, en alianza con relevantes actores del mercado inmobiliario, como Echeverría Izquierdo y Activa.
Buscamos también contribuir a impulsar las ciudades inteligentes que Chile necesita, y estamos ampliando nuestra oferta energética con soluciones integrales que permitan acompañar a nuestros clientes y consumidores en su evolución hacia la figura del prosumidor, aquel que es capaz de producir y almacenar su propia energía.
Ello implica para Copec entrar al mercado de la generación distribuida, a través de la incorporación residencial de paneles fotovoltaicos para autoconsumo o netbilling, y sistemas de almacenamiento inteligente que permiten regular el consumo entre la red eléctrica, la energía solar y los puntos de carga Copec Voltex, entregando así la flexibilidad y eficiencia energética necesaria para una nueva era de la energía.
Todo este abanico de soluciones permite a nuestros clientes contar con suministro energético 100% renovable que además puede operar bajo la modalidad de cliente libre, en aquellos edificios que cuentan con transformadores sobre 500 kW de potencia conectada, optando de este modo a precios hasta 30% más competitivos que bajo el régimen de cliente regulado.
Sumado a ello, mediante sistemas propios de remarcación y refacturación, estamos brindando herramientas de monitoreo de consumo y validación de tarifas para los usuarios finales.
Estos son tiempos de disrupción. La pandemia representa un punto de inflexión para muchas de nuestras viejas maneras de entender el mundo, y debemos estar abiertos a lo nuevo. La pregunta es si, una vez superada la crisis, cuando se abran otra vez nuestras ciudades, volveremos a nuestro antiguo itinerario o seremos capaces de movilizar la construcción de una nueva economía, más sostenible y resiliente.