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viernes 25 de febrero de 2022
Estudio de Yale derriba mitos sobre emisiones en la cadena de valor de los vehículos eléctricos
Un estudio de Yale muestra que cuanto más rápido se pase a los vehículos eléctricos, mejor, al menos en los países con un suministro eléctrico suficientemente descarbonizado.
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Los investigadores Paul Wolfram y Stephanie Weber, de la Escuela de Medio Ambiente de Yale, hicieron su propio análisis y descubrieron que las afirmaciones sobre las emisiones de los vehículos eléctricos simplemente no eran ciertas.

Su tratado se encuentra en la revista Nature Communications. “El elemento sorprendente fue lo bajas que eran las emisiones de los vehículos eléctricos”, menciona Weber en un comunicado de prensa de Yale.

“La cadena de suministro de los vehículos de combustión es tan sucia que los vehículos eléctricos no pueden superarlos, incluso si se tienen en cuenta las emisiones indirectas”.

Esto se contradice con lo que declaró el director general de Stellantis, Carlos Tavares, recientemente a la prensa europea: “Teniendo en cuenta el actual mix energético europeo, un coche eléctrico necesita recorrer 70.000 kilómetros para compensar la huella de carbono de la fabricación de la batería y empezar a ponerse a la altura de un vehículo híbrido ligero, que cuesta la mitad que un VE”.

“Una de las principales preocupaciones de los vehículos eléctricos es que la cadena de suministro, incluida la extracción y el procesamiento de las materias primas y la fabricación de las baterías, dista mucho de ser limpia”, afirma el profesor de Yale Kenneth Gillingham.

“Así que, si ponemos precio al carbono incorporado en estos procesos, la expectativa es que los vehículos eléctricos serían exorbitantemente caros. Resulta que no es así. Si se igualan las condiciones fijando también el precio del carbono en la cadena de suministro de los vehículos de combustible fósil, las ventas de vehículos eléctricos aumentarían de hecho”, agrega.

El estudio también tuvo en cuenta los futuros cambios tecnológicos, como la descarbonización del suministro eléctrico, y descubrió que esto reforzaba el resultado de que los vehículos eléctricos dominan cuando se tienen en cuenta las emisiones indirectas de la cadena de suministro. Como señaló recientemente Bill McKibben, el 40% de las emisiones asociadas a los combustibles fósiles son atribuibles al mero traslado del material desde el pozo a las refinerías y a los usuarios finales.

El equipo de investigación recopiló datos mediante el Sistema Nacional de Modelado Energético (NEMS) creado por la Administración de Información Energética. Este mecanismo modela todo el sistema energético de EE.UU. utilizando información detallada del sistema energético nacional actual y una previsión del futuro del sistema eléctrico.

El coautor Paul Wolfram realizó una evaluación del ciclo de vida que proporcionó resultados de las emisiones indirectas, que luego se introdujeron en el modelo NEMS para ver cómo un impuesto sobre el carbono en estas emisiones indirectas cambiaría el comportamiento de los consumidores y los fabricantes. Weber ayudó a modificar el código del NEMS.

Según Wolfram, el estudio demuestra que “el elefante en la habitación es la cadena de suministro de los vehículos impulsados por combustibles fósiles, no la de los vehículos eléctricos”. Señala que cuanto más rápido se pase a los vehículos eléctricos, mejor, al menos en los países con un suministro eléctrico suficientemente descarbonizado, como Estados Unidos.

En una entrada del blog de EVAnnex, Peter McGuthrie escribe: “Los resultados sugieren lo que muchos ya suponen: que la aplicación de un precio del carbono podría dar lugar a una eliminación total de los vehículos de gas, acelerando la reducción de las emisiones de forma significativa. Sin embargo, en el pasado, los críticos han dicho que un cambio mundial a los vehículos eléctricos causaría altas emisiones indirectas por la producción de baterías y el uso de electricidad, al tiempo que costaría una fortuna si se aplicara un impuesto sobre el carbono”.

Esto no quiere decir que la fabricación de coches eléctricos no tenga inconvenientes medioambientales. Toda la fabricación los tiene.

Los autores del estudio de Yale escriben: “Regular completamente todas las emisiones, por dar un ejemplo mediante la fijación de precios, podría cambiar significativamente los costes relativos de las diferentes opciones de propulsión de los vehículos, como los vehículos eléctricos de batería frente a los vehículos eléctricos de pila de combustible de hidrógeno frente a los vehículos de motor de combustión interna».

Y advierten: «El cambio de costes, a su vez, podría afectar a las decisiones de producción de los fabricantes de vehículos y a los comportamientos de compra de los consumidores. El impacto potencial de estas relaciones se desconoce hasta la fecha porque ni los cálculos de los modelos, ni las políticas en el mundo real, han tenido en cuenta completamente las emisiones indirectas de los vehículos o les han puesto precio”.

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