Cada día la bicicleta va tomando mayor popularidad en las zonas urbanas latinoamericanas. Si bien este incremento es bienvenido en la causa de las cero emisiones, cabe preguntarse si las ciudades están preparadas para los medios de transporte de dos ruedas.
“El diseño con el que se pensaba el espacio público era dedicado a personas ideales”, señala el arquitecto Armando Martínez, especialista en Urbanismo y Desarrollo Sostenible en S3 Transportation.
Luego, agrega: “Hay que cambiar de chip. Tenemos que pensar y rediseñar, a través de diferentes miradas, para los distintos tipos de personas porque todos pueden utilizar bicicletas y ciclovías”.
Sucede que en el continente el avance de las bicicletas está yendo más rápido que la evolución misma de sus caminos. Y si bien algunas marcas adaptan y convierten las dificultades viales en fortalezas para las bicis, la reestructuración de las ciudades es inevitable.
Según un informe difundido por Google, en el Día Mundial de la Bicicleta, este vehículo fue el medio de transporte que más creció en términos de popularidad así como también se indicó que los ciclistas están eligiendo recorridos más largos, en promedio, casi un 10% más que en el 2020.
Es por esto que los expertos aseguran que es imperioso facilitar la infraestructura necesaria para disminuir los riesgos y continuar fomentando estas prácticas. Sin embargo, para esto, las ciclovías deben pensarse como un proyecto multidisciplinario que englobe diferentes necesidades.
“Muchas veces las ciclovías se realizan sin tener ningún tipo de enfoque, relevamiento, o ni siquiera con la intención de ver cómo se va a implementar”, afirma Fernando Rojas, consultor vial y project manager, quien junto a Martínez participó del Congreso Internacional Online “Día Mundial de la Bicicleta”.
Es por esto que para Rojas es necesario realizar un relevamiento de la forma de la ciclovía, el ancho de las calles y la geometría de las intersecciones; una planificación, conociendo su uso según la ubicación, el número de peatones, los tipos y vehículos que circulan, la velocidad en la que se transita y los objetivos de los viajes; y la implementación, que implica la redistribución del espacio vial, la señalización, el pavimento y la vegetación, entre otros puntos.
Por su parte, Martínez destaca dos aspectos claves para las ciclovías: uno funcional y otro paisajístico, donde las bicicletas y rutas conviven en armonía con la arquitectura que las rodea.
En el primer caso, por ejemplo, se tiene en cuenta la intermodalidad, es decir, la convivencia de los distintos medios de transporte, así como la señalización ya que hay lugares donde la ciclovía «termina sin avisar».
“Es obligación de los municipios informar a los ciclistas con una buena señalización acorde a las necesidades”, indica el experto.
Por último, destaca la morfología. “No se pueden pensar paradas descubiertas en un lugar donde se tiene durante todo el año entre 30 y 40 grados. Tenemos que tener sensibilidad a la hora de diseñar”.
Cambios de paradigma: repensar las ciudades para incorporar bicicletas en Latinoamérica