Las autoridades de Ciudad de México comenzaron a tomar medidas para proteger y darle mayor seguridad al conductor de bicicletas. Tal es así, que lanzaron la campaña “Protege al Ciclista”, mientras que presentaron una reforma al Código Penal que incluye la incorporación de conductas de riesgo.  

No obstante, para varios actores expertos del sector estas medidas son insuficientes y no se direccionan a un punto clave: la organización y la infraestructura de la ciudad. 

“Las conductas de riesgo que proponen son recomendaciones muy generales y no específicas para el sector”, advierte Antonio Naime Atala, director general de la empresa Eko, fabricante de bicicletas eléctricas. 

Y agrega: “Parece más bien una lista de buenos deseos que el automovilista común debería hacer para reducir al mínimo un accidente”. 

La propuesta planteada en las conductas de riesgo incluye: 

• Conducir en estado de ebriedad u otras sustancias
• Conducir utilizando el celular o cualquier dispositivo de comunicación
• Evadir un punto de revisión de ingesta de alcohol
• No auxiliar a la víctima o darse la fuga
• Superar el límite de velocidad

Por su parte, la campaña de la Secretaría de Movilidad (Semovi) destaca los siguientes puntos: 

• Conducir bajo límites de velocidad
• Rebasar de forma segura a los ciclistas y permitirles usar el carril completo
• Evitar el uso de distractores durante el tiempo de manejo
• Evitar la invasión de ciclovías
• Usar direccionales y ceder el paso al maniobrar
• Evitar maniobras y aperturas de puerta sin mirar

“Siento que todavía queda muy corto”, señala Naime, que agrega: “Está muy lejos de poner orden y darle al ciclista el lugar que se merece en ciudades donde prácticamente ya no hay forma de moverse en vehículo”. 

Propuestas del sector

“Parece que en la capital se dan paliativos para calmar al ciclista sin haber impuesto medidas importantes. Por otra parte, no han llevado una planeación completa para estructurar estas ciudades para las bicicletas”, destaca Naime. 

Para el empresario, habría que hacer hincapié en las sanciones de los automovilistas y en una planeación urbana amigable con la micromovilidad.

“Se hacen esfuerzos para que se abran ciclovías y éstas terminan durando solo la primera semana que son inauguradas. En la segunda, los vehículos ya se estacionan en la ciclovía”, describe Naime, y añade: “Hay que, por ejemplo, establecer medidas más rigurosas con grúas”. 

A su vez, afirma: “Si de por sí hay calles estrechas, no se le debe quitar espacio al automovilista o poner carriles compartidos con el ciclista y el automovilista con la intención de apoyar a quien conduce la bicicleta. Eso finalmente no reduce el riesgo”.

“Estando conscientes de la importancia de las bicicletas, los scooters y los vehículos eléctricos van a tener que pensar en puentes, carriles paralelos o en infraestructura que, sin afectar a los vehículos, se adapten a esta movilidad”, concluye.