Este evento de FORTECH marca un hito significativo en la historia de Costa Rica, no solo subrayando el compromiso del país con la innovación y la sostenibilidad ambiental, sino también representando un avance crucial en la gestión de residuos y la recuperación de materiales valiosos para la industria.
La planta, primera de su tipo en Centroamérica, tiene una capacidad de procesar 1.000 toneladas anuales, lo que equivale a aproximadamente 2.000 baterías de autos eléctricos o 5.000.000 de baterías de teléfonos celulares.
Este establecimiento no solo aborda el desafío global de qué hacer con las baterías de litio al final de su vida útil, sino que también promueve la reutilización de metales críticos para la industria tecnológica.
«Costa Rica se posiciona como líder en tecnología de reciclaje de litio, abordando un problema local y global. Estamos explorando llevar esta solución a otras regiones donde el desafío de acumulación y transporte seguro de baterías está creciendo», afirma Claus Kruse, director de proyectos de GIZ.
El proceso de reciclaje SIMEC de FORTECH, que tritura las baterías de manera segura y posteriormente separa sus componentes, permite recuperar el 98% de los materiales, incluyendo litio, cobalto, níquel, manganeso, cobre, grafito y el electrolito líquido.
Este método no solo es seguro, evitando riesgos de incendio o explosiones, sino que también es respetuoso con el medio ambiente, al no generar sub-residuos ni emitir gases tóxicos a la atmósfera.
«Nuestra planta es el resultado de una fusión de conocimientos en ingeniería mecánica, eléctrica y química. Hemos transformado lo que antes se consideraba un residuo en una fuente de materias primas para la exportación, impulsando una nueva industria en la región.», explica Guillermo Pereira, Director General de FORTECH.
Un estudio del Instituto Tecnológico de Costa Rica revela que el proceso SIMEC emite 140 veces menos CO2 y utiliza 225 veces menos agua por tonelada de material procesado en comparación con la minería tradicional.
La ubicación de la planta en la Ceiba de Orotina no solo beneficia a esta comunidad rural, generando empleo técnico y especializado, sino que también atrae inversiones y oportunidades de negocio a nivel nacional.
«En Costa Rica, la electrificación es una tendencia inevitable en vehículos, industrias y hogares. Este proyecto se adelanta al futuro, atendiendo una demanda actual y evitando la interferencia en ecosistemas. Desde el punto de vista del MINAE, la minería urbana es una opción mucho más sostenible que la minería tradicional. Costa Rica, aunque pequeño, es un laboratorio de innovación y calidad, capaz de replicar este modelo exitoso en otras partes del mundo», destaca Ronny Rodríguez, viceministro de Energía.
Guillermo Zúñiga, Jefe de Encadenamientos de PROCOMER, añade:
«Esta operación convierte lo que antes se consideraba basura en un producto utilizado en industrias de alta tecnología, agregando valor económico y atracción de inversión al país, siendo una gran oportunidad para el desarrollo nacional «.