El Gobierno español asegura su compromiso en convertir al país en un referente de la movilidad eléctrica a nivel europeo y mundial. ¿Es el objetivo realizable?
Si bien actualmente España se encuentra rezagada –la cuota de mercado del vehículo eléctrico no llega al cinco por ciento y diversas asociaciones exigen un mayor despliegue de infraestructura de carga– el plan es salvar ese tiempo perdido con planes ambiciosos.
En ese sentido, el PERTE del Vehículo Eléctrico y Conectado se presenta como medida estrella para crear en España un ecosistema necesario para la fabricación de coches eléctricos, haciendo del país en un hub europeo de electromovilidad. ¿Puede pasar?
“España, como uno de los principales productores de coches a nivel europeo y mundial, cuenta con todo el know-how para diseñar y comercializar estos vehículos”, asegura Rafael Salas, experto en diseño y explotación de soluciones para movilidad y transporte sostenible, a Portal Movilidad.
Indudablemente, el sector sigue siendo cabal para la economía –poco más del 10% del PIB corresponde a su cadena de valor– y las empresas están comprometidas a incorporar opciones alternativas de movilidad.
Dentro de la automoción, la idea que circula con optimismo es “sí, se puede”. Pero, ¿cuál debería ser la prioridad? Las baterías, en ese sentido, se perfilan como un recurso estratégico en la carrera a la movilidad eléctrica.
“Las plantas de ensamblaje han hecho cambios importantes para producir más híbridos y eléctricos, pero la batería es un elemento clave que se tendrá que importar si no se produce: pasa a ser un punto estratégico que puede definir si España va a ser referente o no”, define el ex director de mantenimiento en Avanza y TMB.
De la inversión pública de 4.295 millones de euros, que en su mayoría provendrá de los fondos europeos Next Generation, se estima que uno de los ejes centrales sea precisamente el de desarrollar este segmento de la cadena de valor.
Por lo pronto, Seat (Volkswagen) buscó adelantarse como primera candidata a las ayudas públicas con un proyecto que contempla, justamente, la creación de una megafábrica de baterías eléctricas cerca de la planta que la firma tiene en Martorell (Barcelona). Esta se convertiría en la tercera del consorcio alemán, siguiendo así la de la Alemania y la de Suecia.
¿Puede la batería convertirse en el elemento disruptivo de la transición a la movilidad eléctrica?
“El gran hándicap que puede haber en este momento es probablemente las baterías: si dependes de traerlas de afuera quedas sujeto al coste, logísticas y a estrategias geopolíticas muy complicadas”, postula Salas.
De acuerdo al experto, España se encuentra en disposición de cumplir con los objetivos de descarbonización, aunque admite que es un grandísimo reto el lograr una nivelación entre la rentabilidad de las nuevas formas de transporte y los compromisos asumidos.
“Si lo viéramos con la foto de hoy, ahora mismo no es fácil, pero ya se ha convertido en un tema de agenda al que empiezan a acompañar legislaciones y cambios industriales de mucha importancia”, concluye.
Cómo avanza la agenda del Gobierno y las baterías
Entre las capacidades que podrían permitir a España convertirse en referente en producción de baterías está no solo su consolidado sector de la automoción sino también la disponibilidad de materias primas como el grafito, las cuales intervienen en el proceso productivo.
El litio es otro de los recursos clave, en el cual Extremadura se perfila a la cabeza: un megaproyecto de explotación de este recurso contempla, de llevarse a cabo, una inversión de mil millones de euros que incluye una fábrica de cátodos y una planta de celdas.
Los fondos europeos y los posteriores avances de los proyectos llevados a cabo por el Gobierno serán decisivos en materializar esta ambición.
En ese sentido, en los últimos días la agenda nacional incluyó el contacto con representantes de la industria automovilística estadounidense, como el gigante Tesla, a fin de dar a conocer las oportunidades de inversión en España: el plan apunta a ser referente, y así se comunica.