El transporte genera, aproximadamente, el 20% de los gases de efecto invernadero (GEI) en América Latina y el Caribe. Este hecho obliga a realizar acciones para mitigar estas emisiones en el presente y el futuro.
Según un estudio de la Organización Meteorológica Mundial, en 2021 los cuatro indicadores clave del cambio climático (concentraciones de GEI, subida del nivel del mar, contenido calorífico de los océanos y acidificación de los océanos) registraron valores sin precedentes.
En efecto, la vulnerabilidad de la infraestructura del transporte frente a eventos climáticos es cada vez mayor y pone en riesgo la base económica de la región.
En el marco de las conferencias virtuales de Movilidad Eléctrica en Latinoamérica y el Caribe (MOVE), Jone Orbea, Líder de MOVE en UN Environment Programme, entrevistó a Daniel Álvarez, profesor y coordinador de posgrado en el Instituto del Transporte de la Universidad Nacional de San Martín en Argentina.
En dicho evento, Álvarez explica cómo adaptar la infraestructura para enfrentar las consecuencias del calentamiento global. “En muchos países se estudia con gran intensidad la mitigación, pero no la adaptación. Esto es un problema porque no permite saber dónde están las necesidades de adaptación, pero tampoco las afectaciones”.
El estudio presentado “es un mapa que permite saber dónde está la afectación y que intensidad tiene para así, posteriormente, direccionar los recursos con esa ponderación”.
El experto indica que “los impactos se miden según los modos y se clasifican en factores climáticos y riesgos derivados de esos factores. Por ejemplo, en las carreteras hay factores que tienen alto nivel de afectación como las temperaturas elevadas que provocan el riesgo de que se derrita el asfalto”.
En cuanto a la red ferroviaria, Álvarez sostiene que “sucede algo similar que con las carreteras”. “Por ejemplo, cuando hay altas temperaturas el acero de los rieles se deforma”, agrega.
Las precipitaciones y las tormentas extremas impactan negativamente tanto en las vías férreas como en los caminos, puentes y túneles.
Sobre las vías navegables, comenta que estas se ven afectadas por el aumento en las alturas de la marea, cambios en las condiciones oceánicas, reducción de días con temperaturas bajo cero, alto caudal del río por lluvias extremas y bajo caudal del río por sequía. “En los puertos sucede algo similar”, añade.
“En los Aeropuertos, hay factores climáticos que provocan riesgos graves. Por ejemplo, las altas temperaturas generan pérdida de sustentación de aeronaves. Esto requiere una adaptación mediante la ampliación de la longitud de las pistas”, indica el experto. Además, las precipitaciones y los fuertes vientos generan dificultades operacionales.
Teniendo en cuenta los impactos mencionados, se deben generar estrategias que permitan adaptar los sistemas de transporte al cambio climático.
Hay recomendaciones que tienen que ver con intervenciones blandas, sobre la funcionalidad del sistema del transporte, e intervenciones duras, sobre la infraestructura directamente.
Una de ellas es la modelación climática, que consiste en comprender los patrones de cambio climático y las tendencias generales. Por ejemplo, la modelación local de patrones de cambio climático, integrando datos meteorológicos y modelos predictivos, permite definir zonificaciones de condición climática y escenarios climáticos.
Por otro lado, conocer la vulnerabilidad en las infraestructuras permite delimitar las condiciones de contexto sobre las cuales se emplazan. Es importante identificar las zonas inundables y los departamentos con potencial inestabilidad de suelos.
“Finalmente, hay aspectos adicionales que consisten en sistematizar la información para actuar en el corto plazo, ya sean sistemas de alerta, sistemas de medición de eventos, sistematizar dispositivos de información, recolección de datos y planes a nivel local, provincial y nacional”, explica Álvarez en diálogo con Portal Movilidad.
Para Orbea, esta información permite tomar decisiones importantes. “Es una manera de explicitar las acciones que deben realizar diferentes actores para que las afectaciones sean cada vez menores”.