En una señal de lo mucho que la industria petrolera se ha alejado de su mantra de crecimiento y exploración, Shell indicó que su producción de petróleo caerá entre un 1% y un 2% al año. Suponiendo una reducción anual en el extremo superior de esa horquilla, la producción de la empresa petrolera caerá un 18% al final de la década. La producción de «combustibles tradicionales» será un 55% menor en 2030.
En una amplia actualización de la estrategia publicada ayer, la empresa anglo-holandesa fijó nuevos objetivos para la recarga de coches eléctricos, la captura y el almacenamiento de carbono y la venta de electricidad.
También trató de asegurar a los inversores que podría mantener la rentabilidad durante la transición energética, reiterando su promesa de un aumento anual del dividendo de alrededor del 4% y la reanudación de la recompra de acciones una vez alcanzado su objetivo de deuda neta.
«Nuestra estrategia acelerada reducirá las emisiones de carbono y aportará valor a nuestros accionistas, a nuestros clientes y a la sociedad en general», sostuvo el Director General de Shell, Ben van Beurden, en un comunicado.
Shell explicó que su intensidad neta de carbono se reducirá entre un 6% y un 8% en 2023, en comparación con 2016. Esa reducción se ampliará al 20% en 2030, al 45% en 2035 y al 100% en 2050. Las acciones B de Shell bajaban un 2,3%, hasta los 1.276 peniques, a las 12:14 horas en Londres. Sus rivales Total y BP también cotizaban a la baja.
Ventas de energía
La energía seguirá siendo fundamental para el futuro negocio de Shell, que tiene como objetivo vender 560 teravatios hora al año de electricidad para el final de la década. Eso es el doble de lo que vende actualmente. También tiene como objetivo una rápida expansión de los puntos de recarga de vehículos eléctricos hasta llegar a medio millón de puntos en 2025, frente a los 60.000 actuales.
Shell compró recientemente la mayor red pública de recarga de vehículos eléctricos del Reino Unido y ya ha manifestado su ambición de convertirse en la mayor empresa eléctrica del mundo. En una conferencia telefónica, Van Beurden reiteró esa idea: «Queremos ser una empresa energética líder en el mundo. Eso no ha cambiado».
El hidrógeno también tendrá un papel más importante en la cartera de Shell, aunque todavía es un «mercado minúsculo», refirió Van Beurden.
«Creemos que está en el punto de inflexión en el que despegará», afirmó.
La empresa espera seguir desarrollando sus centros de hidrógeno para dar servicio a la industria y al transporte pesado, y tiene como objetivo alcanzar una cuota de dos dígitos en las ventas de hidrógeno limpio en todo el mundo. A finales de este año, en la asamblea general anual de la empresa, ésta presentará un plan de transición energética para su votación consultiva a los accionistas.
«Este nuevo plan es algo matizado y no ofrece ningún cambio real en las métricas financieras a corto plazo; más bien el énfasis se pone en el camino hacia la reducción de las emisiones de carbono (unitarias)», mencionó Alastair Syme, analista de Citigroup. «Dudamos que este marco sea lo suficientemente incremental como para cambiar la opinión del mercado».