Siendo un mercado incipiente pero con mucho potencial en Paraguay, vendedores de vehículos livianos eléctricos como e-bikes y monopatines aseguran que incentivos, facilidades de pago o exenciones impositivas ayudarían a despegar el consumo de estos medios de transporte en el país.
“El tema del financiamiento siempre fue un poco el clavo para poder enganchar a la gente, pero a partir de que empezamos a facilitarlo nosotros mismos empezamos a mover un mayor número de pedidos”, asegura Richard Martínez, representante de la marca Wheele en Paraguay, en diálogo con Portal Movilidad.
El país cuenta con la liberación del impuesto de despacho de aduana para cualquier vehículo eléctrico que ingrese al territorio hasta el 2024, lo cual permite la existencia de precios competitivos, aunque asimismo los importadores deben pagar, por ejemplo, otros aranceles como el Impuesto al Valor Agregado (IVA).
Al mismo tiempo, no hay ayudas de financiamiento por parte de las autoridades gubernamentales ni de los bancos, cuyas tasas son muy altas para dar créditos.
En consecuencia, en el caso de Wheele las compras “se realizan a pulmón” y el dinero que ingresa vuelve a ser reinvertido, acortando gastos para mantener los precios similares al del resto de las franquicias ubicadas en Chile y Uruguay para que las e-bikes ronden en el precio de los 1.200 dólares.
“Lo que hacemos es reunirnos quienes vendemos vehículos eléctricos y tratamos de apoyarnos entre todos para poder sacar un poco más de ventajas con el Gobierno o que, por ejemplo, nos puedan plantear créditos para poder comprar mercadería”, explica.
Un problema que encuentra Martínez en este sentido es que, si bien observa un cierto interés por parte del sector público es muy común que los planes o las ideas para colaborar con la industria nunca terminen por concretarse.
“A veces todo es puro humo. De repente, ponen toda la pila y después desaparecen. Se llenan de proyectos de consultoría que no terminan nada”, advierte.
Pese a estas dificultades, Martínez afirma que el número de ventas ha sido positivo, en especial, en época de pandemia. En esa línea, explica que muchos repartidores encontraron en las bicicletas eléctricas una inversión para mejorar la productividad en el trabajo.
«Las ventas se dispararon en marzo del 2020. Los repartidores compraban las bicis en cuotas y terminaron viendo mejoras en la cantidad de entregas realizadas así como notaron un menor cansancio. De esta manera, compensaban el precio de las e-bikes, que es más alto que una convencional», cierra.