El Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones (MTT) de Chile se fijó el objetivo de incorporar un nuevo sistema en relación al Transporte Público en Santiago. Por tal motivo, la licitación de buses iniciada en 2019 y que aún no concluyó consta de dos concursos: una para asegurar el suministro de las unidades y la otra de concesión de vías.
Hace algunas semanas, el Subsecretario de Transportes, José Luis Domínguez, mencionaba sobre este nuevo modelo a Portal Movilidad: “Creemos que el alto interés de los oferentes revela que el modelo que estamos proponiendo ha generado interés y ahora es el turno de impulsar entre todos los cambios que las personas requieren para mejorar su calidad de vida desde el transporte”.
Por su parte, el MTT indicaba en un comunicado: “El nuevo modelo reduce las barreras de entrada para nuevos actores, lo que permite aumentar la competencia y, de esa forma, entregar una mejor calidad de servicio para las personas”.
La pregunta que cabe aquí es: ¿Una licitación con dos concursos es un gasto mayor para el Estado? ¿Se podría haber priorizado un ahorro en materia de subsidios al sistema y resolver todas las cuestiones en una oferta única?
Celia Iturra, consultora de CitiesForum remarca: “Teóricamente la fórmula de separar los negocios de operación y compra de los vehículos para la operación del transporte público iría en la dirección correcta; en otros sectores como en la minería funcionan bien y existen contratos de disponibilidad que permiten asegurar la operación y eliminan de manera clara las “zonas grises” o controversiales del contrato respecto al mantenimiento de los vehículos, por ejemplo”.
Asimismo agrega: “Sin embargo, en este proceso no hemos visto elementos de cálculo y en la estructura de incentivos de las nuevas licitaciones que hagan pensar que se ha tomado la mejor decisión y ello repercuta en el mejor uso de los recursos públicos”.
Entonces, por cómo está planteada la licitación en curso, ambos concursos se hacen muy interdependientes y complejos de administrar, incentivando a los agentes interesados a que se pongan de acuerdo previamente en las ofertas no logrando el efecto deseado, que es obtener precios competitivos y que éstos contribuyan positivamente a las finanzas del Sistema.
“Lamentablemente, veo poco probable que la decisión de separar los negocios permita obtener eficiencias en el uso del subsidio respecto a haber continuado con el modelo de operación y compra en un mismo operador”, argumenta la especialista.
En esta línea continúa: “Especialmente porque la modalidad de Contratos de Provisión vigente hasta ahora, permite a la autoridad hacerse de los bienes de capital -los buses y terminales-, en caso de que los servicios de transportes no se presten adecuadamente, al otorgarse las garantías de pago directo del bien con los dineros que genera el Sistema de Transportes y que es administrado por el Estado chileno. Una alternativa, por ejemplo, es que podría haberse perfeccionado la herramienta y licitar unidades de operadores más pequeñas”.
A su vez menciona: “Espero que la autoridad pueda tener éxito en su travesía y se logren ahorros, más allá de lo positivo que es transparentar cuánto cuestan los vehículos, saber el valor de financiamiento y tener contratos de operación de transporte más cortos, que permitan en definitiva entregar un transporte público de calidad de los habitantes de Santiago y lograr una mayor penetración de buses más limpios y buen confort”.
Por otra parte, la consultora de CitiesForum comenta que con esta licitación y la combinación de lotes de vehículos es probable que la meta de transporte público 100% eléctrico en 2040 se vuelva un tanto compleja, teniendo en cuenta que los precios de los buses publicados en la licitación y el incentivo a tener contratos de operación más extensos, hacen que la combinación de flota sea más favorable a los buses diésel que eléctricos, limitándolos a menos de la mitad en el mejor de los casos, haciendo más lentas las renovaciones del parque.
“El tema de la electromovilidad en América Latina se ha ido moviendo a pasos agigantados con respecto de lo que ha pasado en Europa, no nos estamos quedando tan atrás, vamos en buen camino. La electromovilidad del transporte público es una buena noticia, y mejores serán si no perdemos de vista los procesos de contratación y se logre un uso eficiente de los recursos en las ciudades donde se implementen”, concluye Celia Iturra.