A fin de cumplir con los retos de la movilidad sostenible y electrificada del futuro, además de restituir la confianza en el transporte público tras la pandemia, la EMT Madrid busca dar respuesta a las principales demandas del sector.
En ese sentido, profundizar en la electrificación de la flota es uno de los objetivos próximos a cumplir. Actualmente, Madrid cuenta con 83 buses eléctricos en circulación.
“Estamos creciendo a un ritmo de 50 incorporaciones anuales, pero sin dudas será mucho mayor en los próximos años”, explica Rafael Orihuela Navarro, responsable del Centro de Operaciones de Sanchinarro.
Desde fines de junio es la ciudad con más líneas de autobuses eléctricos tras incorporar 30 unidades con el objetivo de llegar al 2023 sin diésel en la flota. Como punto intermedio, para 2022 se propone alcanzar los 223.
En cambio, para 2025 la ambición es que las compras comiencen a ser de más de 100 unidades anuales de tipo eléctrico y poseer una flota con más de 600 coches de este tipo. Además, se plantea el objetivo de dejar de adquirir buses a diésel y gas natural.
“En ese tránsito lo importante será adaptar los centros de operaciones”, remarca Orihuela Navarro. Para este fin, se proyecta un nuevo centro en Las Tablas (mixto entre GNC y electricidad) y otro 100% eléctrico en La Elipa.
El centro de La Elipa se estima con una capacidad para 330 vehículos, cubierto de paneles solares y con jardines verticales para absorber las emisiones residuales de CO2. Será 100% autónomo en el consumo propio de energía, y en parte para el consumo de los vehículos.
Otro proyecto al interior del centro se relaciona con la conducción autónoma. Se prevé que para cinco años después de la inauguración los vehículos aparquen solos en la pista y que con pantógrafos invertidos pasen al modo de carga.
El proyecto ya cuenta con la aprobación del Ayuntamiento de Madrid y albergará 36 líneas. En los últimos días se anunció que el Centro Europeo de Asesoramiento para la Inversión prestará asesoramiento a la EMT en el diseño y desarrollo.
“Lo que nos interesa es que la mayor cantidad de infraestructura sea fija para no cargar con ella y no se vaya con cada autobús”, define el experto de la Empresa Municipal de Transportes.
Si bien esto exigirá una potencia eléctrica muy alta, la EMT juzga que es mejor tenerla de forma concentrada en el centro y no distribuida en la ciudad, con cargas que se realizarán de forma nocturna.
Cómo funciona el proyecto H2 de Madrid
El centro de operaciones de Entrevías, por su parte, se destinará a la exploración del transporte en el campo del hidrógeno.
“Esta tecnología está mucho menos madura pero puede ser una opción para determinados tipos de líneas por sus ventajas que ofrece, como el menor tiempo de recarga”, puntualizó Orihuela Navarro en el contexto del evento «Círculo Energía y Sostenibilidad».
Sin embargo, actualmente el elevado coste de desarrollar esta tecnología y la falta de disponibilidad masiva complican su adaptación en el futuro próximo. En ese sentido, un proyecto piloto que se llevará a cabo con el asesoramiento del Centro Nacional de Hidrógeno será el marco de pruebas para este tipo de vehículos en vistas a su futura adaptación masiva.
Se estima que la instalación comience a funcionar en 2023, la cual contempla también la instalación de una planta fotovoltaica para la generación de electricidad a partir de fuentes renovables de forma que la producción de hidrógeno sea en el lugar. Así, el centro operará en todo el ciclo, desde la producción del H2 verde al repostado.
En un primer momento, se espera que la estación suministre hasta diez autobuses propulsados por pilas de hidrógeno. El proyecto se enmarca dentro de la Estrategia de Sostenibilidad Ambiental Madrid 360, con la que la EMT y el Ayuntamiento avanzan hacia la descarbonización del transporte público.