Aunque su tono estuvo en sintonía con lo prometido en campaña, la vehemencia de Donald Trump contra los vehículos eléctricos durante su discurso de asunción como presidente de Estados Unidos este lunes sí encendió algunas alertas en el sector de la electromovilidad en México.
El nuevo presidente de Estados Unidos reafirmó ante el mundo -y la atenta mirada de Elon Musk- su intención de priorizar la industria del petróleo y gas local. Incluso habló de “terminar con el nuevo ‘tratado verde’” y “revocar el mandato de los vehículos eléctricos”.
Efectivamente, unas horas después de asumir su puesto, Trump emitió una Orden Ejecutiva que buscará «liberar la energía y los recursos naturales asequibles y fiables de Estados Unidos».
Un apartado específico dedicado a los vehículos eléctricos consigna: «…considerando la eliminación de subsidios injustos y otras distorsiones del mercado mal concebidas impuestas por el gobierno que favorecen a los VE sobre otras tecnologías y efectivamente obligan a su compra por individuos, empresas privadas y entidades gubernamentales por igual al hacer que otros tipos de vehículos sean inasequibles».
En otras palabras: el presidente revocó un decreto de 2021 firmado por su predecesor Joe Biden que pretendía garantizar que la mitad de los vehículos nuevos vendidos en 2030 fueran eléctricos. El objetivo del 50%, que no era jurídicamente vinculante, obtuvo el apoyo de los fabricantes de automóviles estadounidenses y extranjeros.
La previa al inicio de este segundo mandato del magnate estaba teñida de declaraciones en sintonía con las ideas que sus votantes esperaban que él defendiera. En este caso en particular, Trump había adelantado en varias ocasiones que intensificaría el proteccionismo a la industria nacional, lo que incluye a los poderosos sectores automotriz y petrolero.
Pero uno de los ejes centrales de sus promesas ante el Capitolio y el mundo sin dudas fue el antagonismo con México, principal socio comercial de Estados Unidos y país que destina cerca del 80% de sus exportaciones al vecino del norte.
“De entrada no sorprende porque, finalmente, parte de sus bases de campaña y su primera gestión fue pararse como gran impulsor del sector de hidrocarburos. Entonces, incluso esta frase famosísima de ‘Drill, Baby Drill’ (‘¡Perfora, nena, perfora!’), es parte de lo que él estaba impulsando”, considera Leonardo Beltrán Rodríguez en diálogo con Mobility Portal Latinoamérica.
El especialista en Electromovilidad y asesor de la AMIVE opina: “Con la Inflation Reduction Act se dedicaron muchos recursos para impulsar la movilidad eléctrica y bastantes de esos se canalizaron a Estados republicanos. Entonces, dependerá un poco de la reacción que haya en estos Estados, si es que lo implementa, de revertir esos apoyos para vehículos eléctricos”, detalla.
¿Elon Musk sabía que Trump «les pegaría» a los vehículos eléctricos?
En redes sociales gran parte de los comentarios sobre el discurso presidencial fue la supuesta “sorpresa” o “traición” para su nuevo gran amigo Elon Musk, dueño de la empresa de vehículos eléctricos Tesla, una de las que más automóviles vende en el mundo.
Aunque Musk no ocupará un puesto oficial dentro de la estructura del gabinete, sí actúa de hecho como un asesor muy cercano a Trump y liderará un nuevo organismo: el Departamento de Eficiencia Gubernamental.

Elon Musk se hizo muy cercano a Donald Trump, y hoy lo asesora.
“Creo que está muy cerca del presidente, como para poder eventualmente disuadirlo o minimizar el riesgo que podría esto implicar para la industria de movilidad eléctrica”, analiza Beltrán, quitándole dramatismo a las declaraciones de Donald.
Y amplía: “Siempre es bueno que haya un actor de una industria cerca del presidente. Eso permite quizás alertar sobre alguna política pública que pueda ser dañina para la industria. Por eso me parece que es positivo que Elon Musk esté ahí».
Para el on-resident fellow del Center on Global Energy Policy de la Universidad de Columbia, las palabras presidenciales apuntan más al impacto mediatico que a detonar el corazón de la industria de vehículos eléctricos.
México sigue en la mira del nuevo presidente estadounidense
Cabe recordar que el republicano también había adelantado su intención de imponer un arancel del 25% a toda importación proveniente de México, país donde incluso se han instalado grandes automotrices chinas para aprovechar la cercanía con Estados Unidos.
“Primero que todo, la industria automotriz no es autosustentable con insumos mexicanos: una buena parte de los insumos que se incluyen en cualquiera de los vehículos que fabricamos provienen de varios países, pero particularmente de Estados Unidos y Canadá”, ejemplifica.
“Entonces, si hay una política arancelaria dedicada para vehículos, esto también afectaría a muchas de las empresas americanas y eso depende de qué tanto puedan moverse las diferentes empresas con sus representantes y quiénes de ellos puedan tener acceso al presidente, como para decirle el impacto que esto puede tener en sus operaciones”, insiste el especialista.
“A la hora de implementarlo, la realidad es que el tratado México-Estados Unidos-Canadá tiene un componente de contenido nacional y el contenido nacional exigido es muy alto, creo que está cerca del 70%, para considerarse un producto norteamericano”, suma.
Entonces, ¿cabría pensar que el país presidido por Claudia Sheinbaum empiece a buscar otros mercados para sus vehículos eléctricos?
Beltrán señala: “Ese es un elemento más de largo plazo, porque las cadenas de valor del sector automotriz están súper interconectadas entre México, Estados Unidos y Canadá. Entonces, es difícil poder diversificarlos si hay tanta interdependencia. Cada producto se mueve varias veces entre fronteras hasta llegar al producto terminado”.

El presidente de Estados Unidos fue tajante: no quiere vehículos eléctricos. (Captura Telemundo)
“Y para esa alternativa, pues evidentemente hay que ponderar cuáles son los costos. De entrada, el costo logístico es elevado, ya sea hacia Asia o hacia Europa. Hoy, no tendría ningún sentido”.
Quizás por eso Sheinbaum ha respondido a las amenazas arancelarias de Trump de manera más política que económica, afirmando que «México colabora pero no es colonia de nadie».
“La conversación entre México y Estados Unidos en esta nueva etapa, sin duda, va a estar ubicada, primero que todo, en términos de seguridad, segundo, migración o a la par, y en segundo lugar, sin duda, la parte comercial”, enumera Beltrán.
Todo parece indicar que el asunto de los vehículos eléctricos apunta más a una herramienta de presión por parte de Trump contra su vecino sureño en pos de lograr otras cosas que le interesan más al mandatario, como el control migratorio y la lucha contra el narcotráfico.
Beltrán concuerda con esta idea y concluye: “También es cierto que en términos de competitividad, el costo de producir en México es menor. Por eso se produce en México una buena parte del vehículo. Entonces, todavía tienes un cierto margen que podría equilibrar los precios (ante una eventual suba del arancel de importación)”.