Miguel aún no da crédito a lo sucedido en el aparcamiento de un gran centro comercial a las afueras de Madrid. Begoña tampoco se esperaba esa violencia verbal en otro supermercado. Son dos ejemplos de que la recarga de coches eléctricos empieza a generar demasiado estrés entre los usuarios.
«Ojalá recibas todo el sufrimiento que has provocado», rezaba la nota que se encontró Miguel en el cristal delantero de su coche cuando lo recogía del punto de carga gratuito de un centro comercial cercano a su casa. Lo había dejado una hora y media antes para recargarlo mientras comía para seguir su jornada laboral.
Enchufes ocupados
Su «delito» fue dejar enchufado el coche unos 20 minutos más de lo necesario una vez completada la recarga. «Los tres enchufes que hay siempre están ocupados», comenta recordando que cada vez es más complicado acceder a uno de ellos. Así lo relata el portal El Debate.
Es lo que ha provocado en España la avalancha de coches eléctricos que promueven desde las instituciones. Hay un colapso en los pocos puntos de recarga gratuitos que han pasado de ser una ayuda puntual a ser la electrolinera principal de muchos conductores que no pueden vivir sin su dosis de electricidad gratis.
«Llevo media hora esperando, tu coche está cargado y no lo has retirado, la próxima vez te arranco el enchufe». Esa es la frase que le dijeron a Begoña en un supermercado tras dejar su coche cargando. Por cierto, algo imposible de hacer porque cuando comienza la carga los dos puntos del enchufe se bloquean por seguridad. «Lo mejor de todo es que no lo quité; desenchufé y volví a enchufar porque la recarga es muy lenta y solo permite una hora», explica.
Violencia verbal
El otro conductor no pudo hacer nada más que expresar con cierta violencia verbal su disconformidad porque no hay un reglamento que prohíba actualizar la carga, es un tema ético y de convivencia que acabará regulado o, peor, cobrado por las empresas que lo ofrecen.
Muchos conductores de coches eléctricos no pueden hacer frente a la instalación de un punto de carga en sus domicilios. El precio ronda los 1.800 euros y la subvención del Gobierno del 80 % puede tardar hasta dos años en llegar. A eso hay que unir el mismo plazo para recibir la ayuda de 4.500 o de 7.000 euros en el caso de la compra de un vehículo nuevo.
Si nos vamos a los puntos de recarga de pago que hay en la calle o en los aparcamientos de los centros comerciales, el problema no mejora. Tarifas que doblan a las domésticas con hasta 0,77 euros el kW/h en el caso de los de Tesla o de 0,32 euros el kW/h como precio mínimo cuando uno propio ronda los 0,16 euros kW/h. Demasiado dinero para cargar en la calle. Demasiado dinero para instalar un cargador en casa.
Enchufes convencionales
Otros usuarios han recurrido a aprovechar los enchufes convencionales de los centros comerciales para la recarga. Es un proceso muy lento porque tienen una potencia de 2,3 kW y pueden tardar más de 9 horas en recargar el eléctrico más básico, al margen de calentar en exceso la batería.
La fiebre por el coche eléctrico se ha encontrado con un problema esperado: no hay puntos de recarga suficientes, los que hay son caros y poner uno en casa supone un gasto no esperado. Las tensiones aumentan y los sistemas gratuitos tenderán a desaparecer.