El presidente Santiago Peña tiene un objetivo ambicioso: modernizar la matriz energética paraguaya y hacerla menos dependiente de la hidroeléctrica, con una producción que va en camino a la baja, y de los combustibles fósiles.
Pero esa intención busca diversificar más que reemplazar de la noche a la mañana las fuentes tradicionales. En ese plan inciden varios factores que el gobierno viene evaluando desde que entró en funciones.
El documento que prepara el Ejecutivo junto a todas las instituciones relacionadas con el área busca abrirse a la electromovilidad, es decir, sustituir escalonadamente la flota actual de buses, justo cuando la oposición apunta a la reforma del sistema público de transporte público ante los reclamos de los pasajeros.
Como dejaron el claro desde Presidencia, de las 300 metas que se autoimpuso el gobierno, unas 200 son a corto plazo.
La ministra de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), Claudia Centurión, destacó la próxima incorporación de buses eléctricos, la implementación del segundo carril único para el desplazamiento de los buses, y un plan piloto de transporte nocturno para el área metropolitana de Asunción.
“Estamos estructurando con la Embajada de Taiwán la incorporación de los primeros 30 buses eléctricos; esto como la primera fase piloto, que permitirá evaluar su desempeño para ir avanzando ya a una dotación mucho mayor”, manifestó.
En su repaso sobre las principales acciones impulsadas a través del Viceministerio de Transporte, la titular del MOPC también resaltó el plan piloto del carril único instalado en la ruta PY03, exTranschaco, adelantando una segunda implementación, que será en la avenida Eusebio Ayala, con una intervención a bajo costo, pero de gran impacto para los pasajeros.
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Rol de los hidrocarburos en el Plan Peña
El plan energético de Santiago Peña es una apuesta por salir del paso a distintas situaciones que apremian al país. Paraguay atraviesa un impasse con sus dos principales socios.
La situación financiera en Yacyretá sigue sin resolverse y podría desencadenar en una parálisis de obras con el brazo de Aña Cuá, mientras que Brasil dilata las negociaciones por la tarifa de Itaipú y le cierra el camino a Peña para aprovechar los ingresos por la producción de la represa.
«Vamos a trabajar en bioenergía para dar un rol preponderante a eso, insistir con la reforestación con fines energéticos para que la industria no pierda competitividad y buscar la sustitución donde se pueda», explicó el viceministro de Minas y Energías, Mauricio Bejarano.
Además planteó objetivos a corto, mediano y largo plazo, en miras a 2050. La bioenergía, que supone la transformación del material orgánico -y cuya tendencia es liderada por China- es clave en plena transición energética.
Aun así, en esa desventaja el presidente empuja un proyecto para construir un gasoducto que lleve el gas de Vaca Muerta desde la Patagonia argentina hasta San Pablo, y que corra en paralelo a la ruta bioceánica.
«Otro desafío para el futuro es buscar hidrocarburos nacionales para poder tener competitividad con nuestro gas natural, sobre todo ese gas natural para utilizar en la industria, en la generación de energía eléctrica que nos tenga de sostén para energías alternativas que pretendemos implementar», apuntó Bejarano.