En línea con su compromiso por el cuidado del medio ambiente, y en una de sus últimas actividades oficiales, el papa Francisco formó parte de la incorporación de la nueva flota de automóviles eléctricos destinados a promover un sistema de transporte más ecológico dentro del Vaticano.

En el marco del programa “Conversión Ecológica 2030”, la Santa Sede avanza desde entonces con la incorporación de autos eléctricos y estaciones de carga en su territorio, en busca de eliminar por completo las emisiones del transporte interno hacia el final de la década.

Entre los modelos incorporados recientemente, dos unidades fueron adaptadas especialmente para el uso personal del papa Francisco, reflejando su compromiso activo con el cuidado del medioambiente y la promoción de una movilidad respetuosa con el entorno.

Vehículos eléctricos para uso del papa Francisco y la Gendarmería vaticana

Ola Källenius, de Mercedes Benz, entregaba las llaves del vehículo al papa Francisco.

La iniciativa fue ejecutada en conjunto con la empresa italiana Exelentia Smart Mobility, que suministró vehículos de las marcas Melex y Goupil. En total, se integraron 14 vehículos eléctricos: cuatro Melex y diez Goupil, diseñados para diferentes funciones dentro del territorio vaticano.

Los Melex 343 están orientados al traslado ágil de pasajeros en áreas urbanas de acceso restringido, como centros históricos, parques o instalaciones institucionales, según detalla Ámbito.

Gracias a su maniobrabilidad y diseño compacto, también son adecuados para tareas de patrullaje y asistencia médica en zonas peatonales o de difícil acceso.

Por su parte, los vehículos Goupil, utilizados principalmente en Europa para tareas logísticas urbanas, han sido integrados al servicio operativo del Estado, con aplicaciones que incluyen mantenimiento, transporte de carga liviana y servicios auxiliares, todo sin generar emisiones contaminantes.

Infraestructura de carga: el Vaticano suma estaciones rápidas y ultrarrápidas

Junto con los vehículos, el programa de transición hacia la electromovilidad contempla el despliegue de infraestructura de carga eléctrica en puntos estratégicos del Vaticano y sus territorios extraterritoriales.

Desde diciembre de 2024, ya se encuentran en funcionamiento:

• 20 estaciones de carga rápida, distribuidas en 10 ubicaciones distintas.
• 2 estaciones de carga ultra rápida, una de ellas instalada en las cercanías del Aula Pablo VI, donde se celebran audiencias papales y eventos oficiales.

El proyecto también incluye la expansión progresiva de la red de carga para acompañar el crecimiento de la flota eléctrica. El modelo prevé una gestión eficiente de la demanda energética, sin comprometer el suministro del microestado.

Energía solar en los Museos Vaticanos: paneles fotovoltaicos

En línea con el objetivo de reducir la huella de carbono institucional, se instaló un nuevo sistema de paneles solares con cubierta de vidrio fotovoltaico en el “Patio de las Corazas”, una de las principales entradas a los Museos Vaticanos.

La integración de esta tecnología no solo abastece parte de la demanda energética del sistema de carga, sino que representa un modelo arquitectónico replicable que armoniza patrimonio histórico con innovación ambiental.

Este movimiento refuerza el rol del Vaticano como impulsor de políticas sostenibles en infraestructura, energía y movilidad, con alto valor simbólico y técnico en el contexto de la transición energética global, algo que el papa Francisco estimuló personalmente.

La figura del papa Francisco como impulsor de la transición

El papa Francisco ha sido un defensor constante del cuidado de la creación y la acción climática.

En su encíclica “Laudato si’” (2015) y en la más reciente “Laudate Deum” (2023), el Pontífice insistió en la urgencia de adoptar medidas concretas contra el cambio climático y promover modelos económicos sostenibles.

Su decisión de utilizar vehículos eléctricos personalizados no es solo un gesto simbólico, sino una forma de liderazgo coherente con su prédica.

Además, marca un contraste con papamóviles históricos, como los de combustión interna de Mercedes-Benz o Fiat, que están siendo progresivamente sustituidos por alternativas eléctricas.

El Vaticano se convirtió así en uno de los primeros Estados del mundo —aunque de tamaño reducido— en comprometerse oficialmente con una flota estatal 100% eléctrica. Esta política lo posiciona en línea con ciudades como Oslo, Ámsterdam o París, que ya trazaron planes similares.

Con una combinación de infraestructura, regulación, adquisición tecnológica e incentivos logísticos, el programa vaticano se convierte en un caso testigo de cómo incluso microestados pueden asumir responsabilidades ambientales relevantes.

Es, quizás uno de los legados del papa Francisco menos difundidos hasta ahora.