Colombia | Buses
miércoles 27 de enero de 2021
Los siete retos que Transmilenio definió para su plan de operar buses eléctricos
La empresa que fomenta el uso de energías limpias en Bogotá, a través de su gran flota de autobuses eléctricos, es líder en la región, pero también pueden presentarse dificultades que deberá enfrentar en el futuro.
Compartí la nota

Camino a establecerse como una de las ciudades líderes en autobuses eléctricos, Bogotá se convirtió en un modelo a imitar a nivel latinoamericano. Esto se lo debe agradecer en buena medida a Transmilenio, empresa que, con más de mil buses, promueve la transición hacia flotas de cero emisiones en toda la capital.

Con la idea de reducir el impacto del transporte público en el ambiente y contribuir en la calidad de vida de los ciudadanos, la compañía avanza en la expansión de la cobertura del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) a todo el centro colombiano. Y aunque el panorama es prometedor, aún hay varios obstáculos por delante.

Llevar a cabo un plan de estas características no es tarea fácil. Desde un comienzo, Transmilenio debió enfrentar, como todas las empresas del mundo, varias dificultades preoperacionales causadas, en especial, por la pandemia de coronavirus.

Hoy, con la implementación del proyecto más direccionado, otros obstáculos se presentan y la empresa no los pierde de vista. María Fernanda Ortiz Carrascal, ex subgerente general de Transmilenio, asegura, en una ponencia organizada por Move, que hay siete retos en miras al futuro.

En principio, si bien Bogotá ya tiene una gran flota, integrada por 1485 buses eléctricos, aún resta completar una implementación exitosa de la misma.

En segundo lugar, es muy importante seguir el ritmo de la rápida evolución de las tecnologías. “El mercado está entendiendo mejor a las tecnologías y eso influye en precios y en parámetros técnicos. Por esto, no podemos hacer lo mismo que hacíamos en el 2019”, advierte Ortiz.

Además, es necesaria una reposición exitosa de las baterías, la cual queda a cargo de los concesionarios. Al respecto, explica: “La ventaja de los contratos de concesión es que la entidad pública le entrega muchos riesgos y se protege, dado que los concesionarios se administran mejor por sus relaciones con los fabricantes y las garantías”.

Por otra parte, es necesario un uso eficiente de los vehículos para mejorar el desempeño. “Los vehículos eléctricos cuestan más en Capex que en Opex, por lo que hay que sacarle mucho jugo a los kilómetros que recorren”, señala y agrega: “De esta manera, los costos de la ciudad se distribuirán de manera más eficiente”.

Como quinto reto, la experta destaca la necesidad de atraer un mayor número de fabricantes al mercado colombiano, dado que la presencia de competencia permite reducir costos.

Por último, Bogotá tiene el desafío de diseñar e implementar un operador público y, de esta manera, reducir la dependencia de las empresas operadoras que están en el mercado, las cuales Ortiz asegura que “les dieron mucha lidia para comprar los buses”.

Si bien Bogotá continúa en una transición hacia emisiones cero, el proyecto que plantea Transmilenio con su flota de autobuses eléctricos se transformó en un ejemplo a seguir y de estudio para el resto del continente.

Destacados.