Chile tiene en sus manos una de las llaves más valiosas del futuro energético. Según Stefano Sacco, integrante del Centro de Movilidad Sostenible de Chile investigador especializado en el estudio de la economía circular de las baterías de litio, “la demanda de vehículos eléctricos en Latinoamérica cubriría solo el 0,12% del litio que actualmente produce Chile por año”.
Esto evidencia el potencial exportador y de desarrollo industrial del país en un contexto global de descarbonización del transporte. Según las proyecciones del Centro de Movilidad Sostenible, en el 2030 sólo el 2.4% del litio chileno bastaría para satisfacer la demanda de vehículos eléctrico en América Latina.
El dato no es menor. Hoy, el país extrae cerca del 25% del litio mundial, con foco en el Salar de Atacama, y busca escalar su cadena de valor desde la mera extracción hacia la fabricación de cátodos y el reciclaje de baterías.
Chile no se encuentra solo en la explotación del mineral y compite de manera directa con Argentina, que tiene proyectos en avance que podría llegar a disputar el lugar del país trasandino como productor global. La competencia en el triángulo del litio está servida.

Stefano Sacco, integrante del Centro de Movilidad Sostenible de Chile.
El litio chileno no se destina a vehículos locales: “Latinoamérica es aún un mercado incipiente y el litio que produce Chile se exporta principalmente a China y Europa”, señala Sacco en diálogo con Mobility Portal Latinoamérica.
A pesar del bajo nivel de penetración de vehículos eléctricos en el mercado chileno —2,2% en el primer bimestre de 2025, según ANAC—, el país se presenta como uno de los pilares de la transición energética global.
Además del rol exportador, existe un camino local para impulsar la electromovilidad mediante el almacenamiento de energía.
“En Chile los picos de demanda no se sincronizan con los picos de generación solar. Las baterías permiten regular la inyección a la red y nivelar costos, algo clave en un país largo y heterogéneo como este”, detalla el especialista.
La economía circular del litio: urgencias y desafíos
Chile dio un paso clave con la aprobación de la Ley REP (Responsabilidad Extendida del Productor), que incluye a las baterías de litio como producto prioritario.
Según Sacco, uno de los retos es que “aún no hay una masa crítica de baterías desechadas para que el negocio del reciclaje sea rentable”.
La minería urbana se presenta como una forma de suplir esta carencia de masa crítica.
El desarrollo de capacidades locales para el reciclaje podría convertir al país en un hub regional.
“Si se hace de buena forma, Chile podría incluso absorber baterías de Argentina y Perú”, plantea Sacco. Pero advierte que la escalabilidad del negocio está condicionada por la falta de datos sobre degradación y vida útil real de las baterías.
De hecho, experiencias como la de los buses eléctricos del sistema RED, en Santiago, muestran que la degradación ha sido “mucho menor a la estimada inicialmente”, con unidades de 2017 que aún conservan buena parte de su capacidad original. Esto genera incertidumbre para proyectar flujos de entrada al reciclaje o a una segunda vida.
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Inversiones en marcha: cátodos y más
Además del reciclaje, el país apuesta por atraer inversiones para fabricación de cátodos, componente clave en las baterías. En esa línea, Corfo firmó contratos con empresas chinas como BYD y Xinjiang Holding para desarrollar plantas locales.
Según Sacco, “una parte importante del reciclaje en China se alimenta de fallas en la producción de baterías. El 48% de las baterías recicladas en China tienen origen en problemas de fabricación”. Por eso, tener plantas de cátodos en Chile permitiría no solo crear empleo y conocimiento local, sino también fomentar una economía circular integrada desde el diseño hasta el reciclaje.
Segunda vida: una opción para países con menor poder adquisitivo
Mientras que en Chile se tiende a priorizar el reciclaje, en otras regiones de Sudamérica “la segunda vida de las baterías puede ser una opción más viable”, sostiene Sacco. Estas unidades pueden reutilizarse para almacenamiento estacionario, micromovilidad o respaldo energético en zonas aisladas.
Esto abre la posibilidad de un mercado regional de baterías reutilizadas, donde Chile actúe como proveedor de unidades recuperadas. El desarrollo de marcos normativos y tecnologías para validar su calidad será clave para su integración segura a nuevas aplicaciones.
Impacto de la guerra comercial: más baterías y precios más bajos
Otro factor que podría acelerar el despliegue de la electromovilidad en Chile es la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Con mayores aranceles al litio y a los vehículos eléctricos en el mercado estadounidense, los fabricantes chinos comienzan a redirigir sus productos hacia mercados emergentes como África y América Latina.
“Se espera que lleguen más autos chinos y también que aumente la oferta de baterías LFP, que ya bajaron de 700 a 50 dólares el kWh”, apunta Sacco. Esta caída de precios podría reducir los costos de proyectos de almacenamiento en red y de electromovilidad urbana, acelerando la adopción tanto en el sector público como privado.