Una de las empresas que apuesta e invierte en tecnologías alternativas es Mobility Ado. La compañía mexicana, que se extendió hacia España, Colombia y Centroamérica, posee una flota de más de 10 mil autobuses, y transporta así a más de 600 millones de pasajeros al año.
“Si bien en el mercado europeo, los medios eléctricos comenzaron a implementarse antes, en Latinoamérica ya hay proyectos muy ambiciosos y tienden a igualarse”, advierte el español Juan Abel Arias, director corporativo de Mantenimiento de la compañía, en el Videocafé Latam Mobility: flotas alternativas en operación real.
Como un reflejo optimista de lo que sucederá en nuestro continente, donde los proyectos que innovan con energías limpias cada vez son más cotidianos, Mobility Ado encamina a la totalidad de su flota a la idea de “cero emisiones”, en especial, en España.
Por supuesto, como todo proceso, debe pensarse el plan en etapas a corto, mediano y largo plazo. En el plazo más inmediato, por ejemplo, la idea es implementar las pilas de combustible en los autobuses; mientras que al mismo tiempo se trabaja ya al mediano plazo con celdas de hidrógeno, según cuenta Arias.
No obstante, el tipo de tecnologías a utilizar debe contemplar el tipo de transporte y las distancias que serán recorridas. Es por esto que las energías eléctricas tienen un mayor desarrollo en el transporte urbano, antes que en el metropolitano y el foráneo.
“Estamos ejecutando varios estudios para implementar el hidrógeno. En los mercados más urbanos es algo más inminente, mientras que en los mercados interurbanos llevará más tiempo”, explica Arias y añade: “El gas natural licuado es una opción interesante, en especial, en las distancias más largas donde va a llegar la electrificación”.
A nivel operacional, la variedad de tecnologías utilizada no es homologable con todos los servicios que pueden llegar a ofrecer y debe tenerse en cuenta al conjunto de actores que participarán del proceso.
En un principio, la fiabilidad y la disponibilidad eran factores muy importantes a tener en cuenta, a la hora de desarrollar este tipo de proyectos, dado que el uso de electricidad para el ambiente aún era novedoso. En consecuencia, la autonomía del medio de transporte era un verdadero problema.
Con los pasos en la dirección correcta, estos inconvenientes han disminuido en gran medida y hoy la situación ha cambiado mucho. “Lo fundamental es que, primero, el servicio dé fiabilidad seguridad y calidad y, en segundo lugar, otorgue viabilidad económica”, señala, aunque asegura que “esto último, que era casi inalcanzable por parte de operadores y administraciones públicos, ha ido evolucionando”.
Con un futuro prometedor en mente por parte de los vehículos eléctricos, Arias cierra: “Hay una conciencia general de la sociedad y de nuestros colaboradores por el cambio a tecnologías menos contaminantes. Nadie se quiere quedar atrás”.