No caben dudas que el vínculo de México con Estados Unidos en la industria automotriz es fundamental, considerando que casi el 90% de la producción se exporta a su vecino. El T-MEC ha sido fundamental en esta relación.
En este punto, Alejandro Osorio, director de Asuntos Públicos y Comunicación de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT), señala:
“Es fundamental ir convergiendo en términos de estándares y requerimientos hacia la descarbonización en zonas fronterizas”.
Lo cierto es que la frontera de México con Estados Unidos es una de las más grandes y complejas del mundo, con una distancia similar a la de Madrid a Moscú.
De modo que la industria productora de vehículos pesados se convierte en una pieza determinante en este escenario.
“Entonces, necesitamos trabajar en conjunto sobre temas como la eficiencia energética y cómo vamos a gestionar la demanda de nuevas tecnologías”, explica el experto.
Pero, mientras tanto, un player fundamental se hace cada vez más presente: las inversiones de automotrices chinas en terreno mexicano van en aumento.
Por ejemplo, BYD, Grupo Chery, Great Wall Motors se encuentran definiendo ubicaciones para sus plantas.
A su vez, JAC ampliará su producción de Hidalgo para la fabricación de vehículos eléctricos.
Ante dicho panorama, Osorio, desliza: “Tenemos asociados clave que provienen de China que están participando, nosotros vemos con muy buenos ojos esa competencia y participación. Es así que la industria se desarrollará de manera importante”.
Aunque la instalación de fábricas de vehículos eléctricos chinos en México generó polémica entre las autoridades estadounidenses, quienes se oponen a la penetración del gigante asiático.
“Todos estamos prestando atención al hecho de que hay industrias chinas, empresas estatales, que están comprando tierras y estableciendo instalaciones en terceros países, así como buscando otras formas de acceder al mercado estadounidense”, manifestaba recientemente Katherine Tai, representante de comercio de Estados Unidos.
Según medios locales, el Gobierno de México por presión de Estados Unidos, mantiene a los fabricantes de automóviles chinos a raya al negarse a ofrecerles incentivos, como terrenos públicos de bajo costo o menores impuestos, para la inversión en la producción de vehículos eléctricos.
¿Será que la presidenta electa Claudia Sheinbaum buscará un punto medio entre las naciones, considerando que ambas son aliadas estratégicas para la industria nacional?
Un escenario eMobility favorable en México
Con casi 38 millones de votos, los mexicanos le dieron su confianza a Sheinbaum y una vez más, la científica marca un hito: por primera vez en 200 años, se convirtió en la primera mujer presidenta del país. ¿Qué significa este triunfo en el mundo de la movilidad sostenible?
Es un hecho que la electromovilidad es hacia dónde se moverá la industria automotriz a nivel mundial y como séptimo productor de automóviles a nivel mundial, México no puede quedarse atrás.
Si bien hubo impulso desde la gestión de AMLO, todavía queda mucho por hacer.
El sector eMobility reclama la Estrategia Nacional de Electromovilidad y hace hincapié en el fenómeno del nearshoring como punta de lanza.
Se puede decir que una de las tantas razones por las que se considera a la ganadora una líder destacada es su convicción con promover la transición hacia las cero emisiones.
Durante su mandato como jefa de gobierno de la CDMX, se crearon dos líneas de teleférico urbanas, se compraron 442 nuevas unidades de trolebuses, se adquirieron 9 nuevas unidades para el Tren Ligero, se convirtió la Línea 3 del Metrobús en 100% eléctrica y se hizo la Nueva Línea 1 del Metro que tenía más de 50 años.
A lo largo de la campaña electoral, la científica puso en valor ese trabajo y se comprometió a replicar estas políticas a lo largo y ancho del país.
«Vamos a avanzar en la transición energética, en autos y transporte eléctrico”, señaló durante el Segundo Debate Presidencial.
Su eje de gobierno “Soberanía Energética para el Desarrollo Sostenible”, incluye el fortalecimiento de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como empresas “de todos los mexicanos”.