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viernes 09 de mayo de 2025
En Suiza. EE.UU. y China abren negociaciones sobre aranceles que podrían bajar al 60%
Funcionarios de Donald Trump desembarcaron en Ginebra para inaugurar las primeras negociaciones con China, en busca de contener una escalada de aranceles que amenazan con impactos estructurales en ambas economías y a la industria automotriz.
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La delegación estadounidense que arribó a Suiza en las últimas horas descarta una baja de aranceles inmediata pero admite que el modelo actual es “insostenible”. Pekín, por su parte, exige “respeto mutuo” y condiciones simétricas.

“No se puede subir más”, expresó Donald Trump en declaraciones previas al encuentro, aludiendo al techo del 145 % en aranceles a productos chinos ya impuesto por su Administración.

Aunque el presidente negó de forma tajante una rebaja anticipada —“No, siguiente pregunta”— el Ejecutivo admite que la política actual no puede sostenerse en el tiempo.

Desde el Departamento de Estado, su portavoz Tammy Bruce subraya que los gravámenes vigentes se justifican en “prácticas comerciales desleales de larga data por parte de China” y que la intención no es castigar, sino forzar un reequilibrio de las condiciones de intercambio.

El déficit como motor de presión para «aflojar» aranceles

Según cifras oficiales de la Oficina del Representante Comercial de EE.UU., el comercio bilateral de bienes con China alcanzó los 582.400 millones de dólares en 2024.

Las exportaciones estadounidenses se redujeron un 2,9 % hasta los 143.500 millones, mientras que las importaciones desde China crecieron un 2,8 % hasta los 438.900 millones, dejando un déficit de 295.400 millones de dólares, un 5,8 % superior al año anterior.

Este desequilibrio —sumado a factores de seguridad económica y tensiones tecnológicas— refuerza la postura de Washington de avanzar hacia una apertura del mercado chino y la “reciprocidad” en las relaciones comerciales, según lo plantea la Administración.

stellantis automotriz fabrica aranceles

Stellantis retomó operaciones luego de una pausa de 2 semanas en abril.

En este sentido, el sector automotriz estadounidense se ve golpeado especialmente por los aranceles a la importación dado que, incluso los que se producen en suelo americano, sufren aumentos en autopartes gravadas.

Si bien hace unos días Trump decidió exceptuar finalmente las autopartes producidas en México -siempre que respeten las condiciones del T-MEC– la cadena de suministro está tan «globalizada» que muchas automotrices tomaron medidas preventivas.

Stellantis, propietario de las marcas Jeep y Ram suspendió la actividad en su planta de Windsor, Ontario, durante dos semanas a mediados de abril.

Algo similar sucedió con una de las compañías emblemáticas del país, General Motors.

Primer contacto formal y objetivos limitados

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, moderó las expectativas al advertir que el encuentro tendrá un carácter exploratorio. “Tengo la sensación de que se tratará de desescalar, no del gran acuerdo comercial”, señaló.

No obstante, Trump se mostró más optimista: “Creo que será algo sustancial. Ellos tienen mucho que ganar, incluso más que nosotros”.

La Casa Blanca ha insistido en que el acercamiento debe partir de una iniciativa china. Sin embargo, Pekín afirma que fue Washington quien solicitó el encuentro.

Trump respondió con ironía: “¿Ellos han dicho que nosotros lo hemos iniciado? Que revisen sus archivos”.

Del lado chino, el tono es de firmeza estratégica. Las autoridades aseguran que asistirán al encuentro con expectativas de “sinceridad y respeto mutuo”, rechazando cualquier formato de “chantaje” y dejando claro que no comprometerán sus principios por lograr un pacto comercial.

El gigante asiático argumenta que fue Trump quien desató la actual guerra comercial y califica de “unilaterales, ilegales e irrazonables” los aranceles impuestos desde 2018.

Aunque mantiene una postura crítica, Pekín no descarta acuerdos sectoriales que permitan destrabar la situación actual, según citan medios locales como Xinhua.

Fuentes citadas por Bloomberg sugieren que Trump estaría dispuesto a rebajar los aranceles hasta el 60 %, mientras que China realizaría concesiones proporcionales en productos sensibles.

Además de los aranceles del 125 % ya impuestos a ciertas importaciones estadounidenses, China ha diseñado un esquema de represalias calibrado para maximizar presión:

  • 15 % al carbón y GNL de EE.UU.
  • 10 % al crudo, maquinaria agrícola y vehículos de gran cilindrada
  • 15 % a productos agrícolas específicos

Uno de los frentes más sensibles para Washington es el control chino sobre las tierras raras, fundamentales para la industria tecnológica y automotriz.

Estados Unidos importa de China cerca del 70 % de estos materiales, lo que deja a sus industrias vulnerables.

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