Persiste la idea de que en Latinoamérica la electromovilidad no avanza, y la escasez de datos públicos refuerza esa premisa. No obstante, que no se encuentren a simple vista o plasmados con tanta claridad, no significa que no existan. Solo están ocultos.
Al contrario de lo que pueda pensarse, la movilidad eléctrica en la región se está constituyendo de a poco y, sin tanta información disponible, desde las sombras.
Pese a una arraigada tradición petrolera, legislaciones con “zonas grises” y registros estadísticos en manos de unos pocos, cada vez resuenan más en el mercado empresas eMobility nuevas -al menos para el consumidor promedio- mientras que otras, en silencio, ya apuntan a la expansión.
No es casualidad que, a la par de este fenómeno, abanderados del rubro como Tesla o BYD ya le hayan echado el ojo a Latinoamérica. Y con acierto.
En 2024, por ejemplo, la firma de Elon Musk eligió como segundo mercado oficial regional a Chile, después de México. Con 948 vehículos vendidos a diciembre, solo necesitó nueve meses para superar a un ya establecido líder como BYD y a un aproximado de 45 marcas más que compiten en el market share eléctrico local.

Las cifras corresponden a las ventas de vehículos 100% eléctricos durante 2024 en Chile. Solo se tomaron como referencia las 10 marcas más comercializadas. Fuente: Mobility Portal Data.
Sin dudas, el éxito tras el desembarco en Chile no fue producto de una apuesta a ciegas.
Por el contrario, el país trasandino es uno de los pocos en ofrecer un alto nivel de transparencia en datos oficiales -tanto del sector automotriz como de licitaciones de flotas e infraestructura de carga- y un marco regulatorio avanzado en términos de electromovilidad.
Un escenario de certidumbre que, probablemente, haya facilitado el salto en las ventas de vehículos cero emisiones -de 1.588 a 4.409 en solo un año-, a la vez que se erige como la segunda nación con mayor número de buses eléctricos a nivel mundial, por detrás de China.
Tesla, que también rumorea su expansión hacia Colombia y Argentina, no es el único caso.
Continuando en el segmento automotriz, BYD, por caso, mira a la región con especial atención, al toparse con trabas arancelarias desde Norteamérica y Europa.
Si bien Latinoamérica, para las marcas chinas, se ha convertido en una oportunidad a la hora de comerciar, las compañías no son ajenas a los cambios impositivos y a las señales de cada Gobierno al arribar a nuevos mercados.
Una vez más, no es casualidad que BYD aún no haya puesto manos a la obra en su ya anunciada fábrica de México, luego de la tensión geopolítica del país con su vecino estadounidense.
Así como tampoco es casualidad que invierta en una planta en Brasil, país reconocido por sus políticas proteccionistas a la economía local, o que sus comitivas merodeen por Argentina, cuando el Gobierno anuncia la eliminación de impuestos a vehículos eléctricos e híbridos de bajo costo.
Las compañías, por supuesto, están a la espera de “ese” dato.
Algo similar ocurre con el famoso “no hay infraestructura de carga”. Si bien el porcentaje de estaciones todavía es bajo -otra oportunidad para el inversor-, el gran problema de esta afirmación es la poca luz en datos oficiales.
De hecho, en Brasil ya hay instalados más de 14 mil “eletropostos”, de los cuales más de 2 mil son rápidos, una cifra que da cuenta empírica de que las inversiones existen y el mercado avanza.
Sino preguntémosle a la energética brasileña Raízen que, junto a BYD, planea construir 600 puntos de carga en los próximos tres años.
No obstante, solo algunos países, como Chile, Panamá y Uruguay, plasman en detalle la ubicación de sus puntos de carga, mientras que otros, como Colombia con su plataforma pública pendiente Cargamap, relegan la información a un esfuerzo privado.
El problema estadístico es solo uno de los tantos con los que se debe encontrar el sector, especialmente el vinculado a la infraestructura de carga.
Porque a diferencia de lo que pueda suceder en otras regiones, Latinoamérica ha sido muy dispar, por ejemplo, a la hora de normar la comercialización del servicio… quienes lo hayan hecho.
¿Eres una empresa extranjera que busca invertir en más de un país? Pues deberías tener en claro que solo hay reglas claras en algunos lugares, como Colombia -con sus resoluciones 40405 de 2020 y 40223 de 2022, que establecen parámetros de ventas de energía para la carga y definen criterios de estandarización-.
Ni mencionar las voces cruzadas entre los detractores de la estandarización de conectores y quienes levantan la mano a favor. Chile, Colombia, Uruguay, Panamá, Costa Rica y México son algunas naciones que ya han puesto sobre la mesa este debate y elegido su postura frente a ambos bandos.
La discusión, en resumidas cuentas, enfrenta a China -con el GB/T– versus Europa -con el tipo 2– un tire y afloje impulsado por un contexto local, internacional y de intereses divididos entre actores del sector.
¿Cómo tomar decisiones ante estos escenarios tan particulares? Un desafío, en especial, para aquellos que están por fuera, en el día a día, de la vorágine regional.
Como puede observarse, las señales pro electromovilidad de Latinoamérica están encendidas. Sin embargo, su lectura implica también mirar la letra chica, así como entender los movimientos macro.
Esa es la propuesta de Mobility Portal Data. Echar luz a “lo oculto” e ilustrar en detalle el comportamiento del mercado, demostrando que no se trata de un sector estático, sino únicamente limitado en cuanto al acceso de la información.
La clave para la toma de decisiones inteligentes es la transparencia y el entendimiento de un sector desigual en cada país que, al mismo tiempo, se ve influenciado por los vaivenes internacionales.
Cada nación de Latinoamérica es un mundo cuando se habla de movilidad eléctrica y, con su potencial, entenderlo en profundidad -y de primera mano con la voz de sus actores principales- es fundamental. Con toda la información de estadísticas, normativas, licitaciones y análisis claves bajo una misma plataforma, decisiones inteligentes están por venir.