En el marco de la disputa por la hegemonía entre Estados Unidos y China, México busca posicionarse y tomar ventaja en el escenario geopolítico.
Para ello, el nearshoring implica una fase vital en materia de política internacional, pero también en términos logísticos. Los insumos para la electromovilidad adquieren centralidad en este sentido.
Particularmente, las baterías para vehículos eléctricos con destino hacia Estados Unidos ocupan un espacio de importancia en la relocalización de industrias.
Cabe destacar que en la importación de baterías en Estados Unidos, los países que se destacan son Corea, Japón, la Unión Europea y México.
En el último tiempo, este último retrocede y los productos asiáticos ganan espacio, presumiblemente por precio, teniendo en cuenta el bajo costo en mano de obra.
Sin embargo, se abre un interrogante: ¿por qué teniendo México mano de obra más barata, desde el gigante norteamericano se aprecian los productos provenientes de oriente?
Isidro Morales, profesor en Escuela de Gobierno y Transformación Pública e investigador en ciencia política, aporta su mirada sobre este fenómeno.
“México puede ser atractivo. Pero también lo son Corea y Japón. Tienen una mano de obra más cara, China también. Esto quiere decir que no basta con la mano de obra económica, sino también tiene que haber infraestructura, seguridad, crediticias, etc”, indica el profesor.
Y explica: “También tiene que ver con cuestiones de capital humano y si se tiene la mano de obra capacitada. No tenemos una política de educación y de tecnología. Esto nos puede condenar a ser un país maquilador con tasas mediocres de crecimiento”.
En torno a la mano de obra calificada, desde el Estado federal se destaca la capacidad profesional del trabajo mexicano, aunque desde el sector privado se advierte que la transformación automotriz requiere un salto cualitativo en esta materia.
Dentro del desplazamiento de México por parte de países indo asiáticos en la importación estadounidense, China prácticamente invade al mercado americano en la importación, desplazando a Japón.
Sin embargo, en el marco de una disputa comercial, Estados Unidos tiende a priorizar a México en materia de electromovilidad por su industria automotriz desarrollada y las últimas novedades en energías limpias e inversiones para producir vehículos eléctricos.
Al calor del lanzamiento del Plan Sonora, Morales afirma que México puede ser “un gran proveedor de baterías con minerales críticos”.
Esto refiere a la tenencia de litio en el Estado de Sonora, mineral nacionalizado y a la espera de ser explorado y extraído, toda vez que se acceda a la tecnología para hacerlo.
A estos fines, el ejecutivo federal ha permitido que privados puedan realizar inversiones para la extracción de litio en tanto y en cuanto la cadena de valor permanezca en el Estado de Sonora.
Una excepción a ello es Tesla, la cual mantiene conversaciones con Andrés Manuel López Obrador para la aportación de tecnología para separar el litio de la arcilla, aunque su planta se ubica en Santa Catarina, Nuevo León.
Esta jugada buscaría abastecer a la gigafactoría más grande de Tesla en el mundo, con un volumen de producción de un millón de unidades anualmente.
Por otro lado, si bien existen vínculos aceptados entre tres países de América del Norte, cabe destacar que Estados Unidos también orienta su mirada hacia el sur.
Allí se ubica el triángulo del litio (Bolivia, Argentina y Chile), donde se concentra más del 60% del mineral a nivel mundial.
Chile, por su tradición minera y sus avances en la extracción del mineral, se ubica como un potente competidor a México en este sentido. Sin embargo, es Argentina la que representa el 50% de las importaciones de litio en la potencia norteamericana.
Obviando fronteras, los tres países tienen una ventaja comparativa en relación a México: el mineral se encuentra en salinas, lo cual lo hace más fácil de extraer.
Aún así, cuentan con costos logísticos para el traslado. Según el politólogo, la competencia toma un tono “feroz”.