Cali tiene un largo historial con su sistema de transporte público: crisis de financiamiento e inacción política en relación a los buses eléctricos.
Tras los primeros 100 días de su mandato, el actual alcalde Alejandro Eder, renovó su voto de confianza y afirmó estar trabajando en la transición eléctrica. Ahora, a unos pocos meses de la COP16, anunció que deberá ser respaldado por Bogotá y Medellín para adquirir buses eléctricos.
Los incumplimientos de pagos con los operadores llevaron al Sistema Integrado de Transporte Masivo MIO a una deuda significativa, estimada en 80 mil millones de pesos. Esto puso en riesgo la continuidad de las flotas activas, incluyendo aquellas compuestas por buses eléctricos.
A pesar de que la administración anterior, a cargo de Iván Duque, estableció que a partir de 2025, mínimo el 10% de los vehículos adquiridos sean eléctricos, los números dan en rojo.
Según datos públicos de la plataforma E-BUS Radar, en la actualidad solo hay 35 buses eléctricos circulando, lo que representa un 3,34% del total.
Sin ir más lejos, Cali fue la primera ciudad de Colombia en tener una flota de buses eléctricos, que quedó estancada.
“Para la COP16, en una muestra de solidaridad, Bogotá y Medellín nos van a prestar algunos buses. Bogotá nos proporcionará alrededor de 10 buses y Medellín entre 10 y 20 buses. Estos, sumados a los nuestros, se utilizarán en el circuito cerrado que moverá a los delegados de la Copa”, informó el alcalde en declaraciones públicas.
Eder asegura que a principio de año mantuvo un diálogo con el Gobierno Nacional para la adquisición de, al menos, 50 buses eléctricos. “Buscamos no solo recursos de la nación, sino también internacionales. Sin embargo, debido al corto tiempo, no fue posible”, señala.
Se espera que estos 20 buses eléctricos lleguen a la ciudad a finales de septiembre o principios de octubre.
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La “solidaridad” de Bogotá con sus buses eléctricos: ¿por qué avanzan más rápido que el resto de las ciudades colombianas?
La colaboración de Bogotá y su avance en la transición hacia un transporte público más sostenible contrasta con la situación de Cali.
Según Juan Esteban Martínez, consultor en transporte e infraestructura, el éxito de Bogotá se debe a una combinación de voluntad política decidida, un sistema de transporte concesionado y un Fondo Tarifario que cubre el 100% de los costos.
“El Concejo de Bogotá está respaldando fuertemente los recursos para el Fondo de Estabilización Tarifaria, y desde ahí se aprueban los recursos para financiar las flotas”, indica.
Además, resalta que hay una necesidad muy grande de mejorar la calidad en la prestación del servicio en Bogotá.
Así lo comenta: “Por ejemplo, la apuesta de TransMilenio, de la Secretaría de Movilidad de Bogotá, y de los alcaldes, tanto anteriores como el actual, es clara: para mejorar el transporte en esta mega ciudad de más de nueve millones de habitantes, se necesita una inversión decidida en el transporte público”.
Se refiere al reciente anuncio del sistema Transmilenio que busca poner en operación la flota más grande del mundo con 600 buses eléctricos.
En esta primera parte, el proyecto abarca 296 buses articulados y bioarticulados de cero y bajas emisiones: 156 serán 100% eléctricos, mientras que la tecnología del resto dependerá de las ofertas del mercado.
Con una inversión de más de 244 millones de dólares, enmarcada dentro del Plan de Desarrollo Distrital que presentó la nueva gestión de Galán para los próximos cuatro años, se convierte en la flota eléctrica de troncales articulados más grande del mundo.
“Esa decisión obedece a una voluntad política contundente y a la inversión de recursos aprobada para que se pueda materializar”, asegura Martínez.
Medellín no está mucho más adelantada que Cali
Aunque también prestará buses eléctricos a Cali, la carencia de un marco normativo sólido y esquemas de financiación adecuados para buses eléctricos representan una piedra en la transición energética para la ciudad.
En el 2023, Medellín debía llegar a 130 buses eléctricos. En la actualidad tiene solo 69 en circulación.
Aquí vuelve a resurgir la necesidad de un Fondo de Estabilización Tarifaria, como el de Bogotá, ya que representa la mejor apuesta que un gobierno local puede hacer para alcanzar dicho objetivo, incluyendo la mejora en la calidad del servicio, que “naturalmente” implica la transición a una flota eléctrica.
“De hecho, esta flota eléctrica es la herramienta más efectiva que tenemos en estos tiempos recientes para mejorar dicha calidad”, subraya el consultor.
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