El gobierno chileno lanzó en 2022 el plan de Política Energética y la Agenda de Transición Energética 2050, donde establece como uno de sus objetivos en materia de movilidad sostenible la sustitución del 100% de su flota de buses por unidades electrificadas en el sistema de transporte público.
Según los datos publicados por la Red Metropolitana de Transporte de Chile, el sistema de transporte urbano de pasajeros cerró el 2024 con la incorporación de 214 nuevos buses cero emisiones, logrando que el sistema alcanzara 2.480 unidades de este tipo, y augura que -gracias a las licitaciones de unidades 100% eléctricas- sumará un total de 1.267 nuevos buses eléctricos en 2025.
Un compromiso creciente con la electromovilidad
El Gobierno ha impulsado diversas iniciativas para acelerar esta transición, como el Plan Nacional de Electromovilidad, que establece objetivos claros para la descarbonización del sector transporte. Este plan se complementa con colaboraciones entre el sector público y privado, incluyendo empresas como BYD y Enel X, que han trabajado en la instalación de estaciones de carga en los principales terminales de Santiago.
De cara a 2024, el objetivo inmediato es alcanzar las 2.600 unidades eléctricas, lo que implicaría un aumento significativo respecto al estado actual. Este avance no solo contribuiría a reducir las emisiones de gases contaminantes, sino que también consolidaría a Chile como un líder regional en electromovilidad.
Los desafíos de la transición eléctrica
La transición hacia una flota de buses completamente eléctrica en Chile enfrenta múltiples desafíos, siendo la infraestructura de carga uno de los más relevantes. Actualmente, el país necesita ampliar significativamente su red de estaciones de carga, ya que la capacidad instalada resulta insuficiente para soportar una flota en constante crecimiento. Según la Comisión Nacional de Energía (CNE), se requerirá al menos triplicar la cantidad de puntos de carga en los próximos años para satisfacer la demanda proyectada.
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Otro obstáculo importante es el alto costo inicial de los buses eléctricos. Aunque estos vehículos ofrecen ahorros operativos significativos a lo largo de su vida útil, su precio de adquisición sigue siendo considerablemente mayor en comparación con las unidades a diésel. Este factor podría dificultar la renovación de la flota a menos que se implementen esquemas de financiamiento innovadores, como subsidios gubernamentales o modelos de leasing, que reduzcan la carga económica para los operadores.
Además, la capacitación técnica emerge como un factor crucial para garantizar el éxito de esta transición. El mantenimiento de los buses eléctricos y la operación de los sistemas de carga requieren personal especializado, una necesidad que actualmente no está completamente cubierta en el mercado laboral chileno. Por ello, será imprescindible invertir en programas de formación y desarrollo de competencias que permitan contar con los recursos humanos adecuados para enfrentar esta nueva realidad tecnológica.
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Futuro de la movilidad eléctrica en Chile
El camino hacia la electrificación total del transporte público en Chile es ambicioso, pero factible si se mantienen los esfuerzos actuales y se implementan estrategias efectivas para superar las barreras existentes.
Además de la reducción de emisiones, esta transición representa una oportunidad para posicionar al país como un líder en innovación tecnológica en la región.
La nación trasandina es ejemplo en cuanto a su estructura normativa y una colaboración público-privada que aspira a consolidarse en el futuro para la ampliación del mercado eMobility.
Teniendo en cuenta que el estado promovió un total de 79 llamados a licitación relacionados a la adquisición de buses para el sistema de transporte el año pasado, de los cuales 15 fueron eléctricos, puede observarse que lento pero seguro el parque automotor toma una impronta sostenible, acorde a los objetivos propuestos de cara a 2040.