Una de las principales preocupaciones que aqueja hoy a las asociaciones automotrices es el incremento de vehículos usados que ingresan a México desde Estados Unidos, los cuales retrasan el parque vehicular y generan una importante contaminación ambiental.
“La importación de estos vehículos chatarra, porque así los vemos nosotros, retrasaría la electrificación de la flota”, afirma Miguel Elizalde, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT), en diálogo con Portal Movilidad.
Y agrega: “El objetivo de la electromovilidad no es tener vehículos eléctricos, sino reducir emisiones, y eso hay que tenerlo muy claro. Para poder reducir emisiones necesitas una restitución vehicular”.
El año pasado, México comercializó 32 mil vehículos nuevos, mientras que se importaron al país 11 mil unidades usadas de su vecino norteamericano.
A su vez, la edad promedio de un camión unitario en el territorio es de 23.9 años y la de un tractocamión de 18 aproximadamente.
“México es el principal exportador de tractocamiones en el mundo. Qué tristeza que también seamos uno de los principales importadores de camiones chatarra”, advierte Elizalde.
En ese sentido, ve la clave para un transporte cero emisiones, en principio, comenzando con una renovación escalonada de las unidades obsoletas por mejores tecnologías.
Sin embargo, para que exista una transición hacia los camiones eléctricos, antes es necesario que se dé una serie de condiciones en el país.
En primer lugar, que exista una infraestructura que respalde y sea capaz de abastecer a esta clase de vehículos, así como una inversión que permita todo este desarrollo.
Para esto será necesaria una participación activa del Gobierno en cuanto a incentivos verdes, financiamiento y profesionalización.
Y en segundo lugar, un marco regulatorio que normativice la situación, al mismo tiempo que se mantenga una supervisión atenta del cumplimiento del mismo.
Esto último ha sido un factor clave en la falta de modernización de los vehículos, dado que no hay un control real por parte de las autoridades.
Por ejemplo, los autobuses foráneos por reglamento no deberían estar circulando con más de 15 años de antigüedad. Asimismo, la edad promedio de estos es de 17 años.
Más del 50% de estos autobuses están fuera de reglamento, pero no hay una efectiva revisión.
Considerando que gran parte del transporte pesado se organiza en pequeñas y mini empresas, es importante manejar esta problemática de manera gradual, sin obligar a estas compañías a realizar una inversión que les sea imposible de ejecutar.
“No queremos afectar el patrimonio de familias que tienen pequeñas empresas, por eso hay que ayudarlas para que puedan renovar de a poco”, sostiene Elizalde.
Luego, cierra: “Nosotros como ANPACT tenemos nuestro propio programa de financiamiento, aunque hay mucho transportista que no es sujeto de crédito. Ahí es donde se necesita el apoyo de la banca de desarrollo”.